Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Huber Matos: guerrero del amanecer

Con 83 años —20 de ellos prisionero en cárceles cubanas—, Matos reflexiona sobre la muerte de la libertad en la Isla.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ Parte 3 / 4

Matos cuenta que presentó una primera renuncia en julio de 1959 y que Castro no la aceptó, alegando que "me necesitaba, que hacía falta por mi criterio y entendimiento político y negó que el proceso iba a convertirse en una dictadura comunista".

En octubre, la decisión ya era irrevocable, y se la hizo saber en una carta a Fidel Castro, quien, de acuerdo con Matos, le dijo entonces que iba a mandar a alguien que lo relevara.

"Todo fue una jugada de gángster", recuerda, refiriéndose a su aparatoso arresto por Camilo Cienfuegos y veinte hombres bajo las órdenes de Castro, quien entonces habló de una sublevación en Camagüey. Era el 21 de octubre de 1959. El ex comandante rebelde asegura que nunca tuvo intenciones de organizar una sedición contra el Gobierno, sino sólo de salirse de la maquinaria del poder.

"El pueblo estaba fanatizado... hubiera apoyado a Fidel", enfatiza.

Luego, se vio sometido a un proceso judicial durante cinco días, acusado de traición y sedición. Además, dice, "Raúl Castro trató de insinuar que yo había malversado fondos, pero no me pudieron fabricar nada porque yo tenía copia de todos los cheques". Matos protagonizó su propia defensa, arrancando aplausos entre los rebeldes que se encontraban en el público, y cree que esta muestra espontánea de simpatía lo salvó del paredón.

El libro del juicio de Matos se publicó en ediciones cubanas, pero poco tiempo después se convertiría en un texto subversivo. Allí el propio Fidel Castro declaraba que Matos difamaba a los dirigentes de la revolución cuando consideraba que Cuba se enrumbaba hacia el comunismo.

A pesar de que cumplió su sentencia de 20 años de cárcel, en prisiones como La Cabaña, Guanajay y El Príncipe, sólo 15 capítulos de sus memorias están dedicados a esa terrible experiencia. "Me cuidé de no enfermarme de odio", dice Matos. "Me hicieron horrores, cosas para volverme loco. Una vez estaba en un calabozo en La Cabaña, en una huelga de hambre de cuarenta días. Me pusieron un altoparlante con discursos de Fidel durante horas".

Sus verdugos saben aquilatar el valor de su testimonio sobre los hechos históricos en los que participó. El ex comandante rebelde relata que, en los primeros años de la década del 70, cuando estaba aún en la prisión del Príncipe, llegaron a entrevistarlo tres historiadores del Instituto de Historia de las Fuerzas Armadas, quienes buscaban obtener datos para recomponer la historia del cerco a Santiago de Cuba.

"Me negué a ayudarlos", relata. "Les dije que si querían atribuirle el cerco a Almeida que tendrían que inventarlo, pero que de mi boca no iban a salir los pormenores de la verdad".

Salió de la prisión el 21 de octubre de 1979, exactamente veinte años después de haber sido encarcelado. "Cuatro días antes de salir, me dieron una paliza vengativa en Seguridad del Estado".

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