| La marihuana, el socialismo y el hombre nuevo |
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| Miguel Ángel García Puñales, director del Centro de Estudios Cubanos de Madrid, analiza el fenómeno de la drogadicción en la Isla, recién 'descubierto' por las autoridades. |
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| por MICHEL SUáREZ, Valencia |
Parte 3 / 3 |
¿Hasta qué punto se ha afectado la actualización del sistema cubano de salud y sus programas de actuación por el silencio sobre la droga en el país?
Un problema de salud como tal, que ha ido avanzando sin que existiera un programa nacional de control a drogodependientes, vertebrado en los tres niveles de atención a la población, muy malas perspectivas tiene. Aunque ahora es de esperarse una campaña desde el nivel de atención primaria, que obviamente los afectados evitarán, pues seguramente quedará registrada como patología de declaración obligatoria y por ende de conocimiento policial. Tendrán que entrenar a miles de médicos y psicólogos en técnicas de diagnóstico y tratamiento. Y lo que es peor, a miles y miles de educadores que verán con horror como el problema se les hecha encima.
En noviembre pasado, el ministro de Justicia de la Isla se reunió con directores de las escuelas del municipio capitalino Diez de Octubre ante la gravedad del consumo de marihuana en los centros escolares. ¿Es la marihuana la droga por excelencia de la Isla o puede hablarse ya de consumo de estupefacientes sintéticos y otros?
No soy químico ni experto en composición de la droga. El esquema tradicional de la droga entre los jóvenes osciló siempre entre los medicamentos combinados con alcohol y altas dosis de café y la marihuana. Sólo después empezaron a circular la cocaína y sus modalidades. No dudo que el éxtasis u otras drogas de diseño ya estén circulando. Verdaderamente este es un problema tan serio para nuestra juventud que sería deseable, incluso, que el Estado cubano logre tener éxito en su control. No lo creo por todo lo que he expuesto anteriormente. Sin embargo, sí sé que numeroso personal médico, educadores y hasta agentes policiales, se tomarán la tarea en serio. La nación no la integran sus gobernantes; existen muchos ciudadanos que de veras intentarán con todos sus limitados medios influir positivamente sobre el asunto. Conocí a profesionales, disidentes confesos del sistema —entre los que me incluía—, que dedicaban largas jornadas de trabajo para atender a los pacientes necesitados de tratamiento médico e incluso de apoyo emocional.
El Gobierno de Cuba siempre relacionó drogadicción con "sociedad de mercado e imperialismo". ¿Ahora qué dirá?
Hace muchos siglos que la droga circula entre los miembros de nuestra especie. Un cura párroco, al que le grababan en secreto sus sesiones de confesiones a pacientes —¿alguien habló de la libertad de culto?— me decía un día que Occidente conquistó al Oriente y éste, en venganza, le envió la droga. Provenga de donde provenga, ésta sólo se asienta allí donde las vidas son vacías, por exceso o por defecto, pero sobre todo llevan por escolta la miseria y la desesperanza. Mucho tendremos que oír todavía sobre el asunto. Resulta que las jineteras también son acusadas de ser producto del sistema anterior y ninguna conoció el sistema anterior más que por las películas del sábado o por los cuentos del cliente de turno, probablemente un fontanero —currito de a pie— que viaja a contar batallitas en La Habana, cual si de un sportsman se tratase, mientras está al tanto de la fecha de regreso en clase turista con billete comprado en época de rebajas. En fin, dirá lo de siempre, la culpa es de otro… ¡al ladrón, al ladrón!
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