Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Sociedad
¿Eleguá u Obatalá?

Los babalawos cubanos se enfrentan en una guerra absurda que sólo perjudica la credibilidad de las religiones afrocubanas.
por MICHEL SUáREZ, Valencia Parte 2 / 2

Para este grupo de sacerdotes de Ifá, la divinidad regente es Eleguá (sincretizada con El Niño de Atocha y San Antonio de Padua), acompañada por Oshún (la Virgen de la Caridad del Cobre). Su bandera es mitad blanca, mitad negra y con ribetes amarillos. Los consejos de la Comisión Organizadora coinciden con los de la competencia en que 2003 será un año peligroso por las irregularidades del clima, los riesgos de la infidelidad matrimonial, la inestabilidad de la familia y el aumento en la corrupción, el consumo de drogas y el alcoholismo.

Sin embargo, los independientes se acercan más a hechos concretos de la política que la A.C.Y.C., como la predicción de caída de gobiernos y muerte de altas personalidades del mundo. Interesante resulta su recomendación de "incrementar el mercado", la convocatoria de "encuentros para la conciliación" y la previsión ante "ruptura de acuerdos comerciales".

La Letra del Año de la Comisión Organizadora data de 1986. En esa fecha, y bajo los auspicios de su principal inspirador, el babalawo Miguel Febles, se retomó la tradición luego de varios años de discontinuidad. La responsabilidad actual es del sacerdote Lázaro Cuesta. No obstante, la Asociación Cultural Yoruba reclama para sí el derecho a una única Letra por considerarse "heredera" de los primeros adivinos cubanos de Ifá desde finales del siglo XIX. Interrogado por Encuentro en la Red, el Presidente de la A.C.Y.C., Antonio Castañeda Márquez, expresaba desde La Habana que "en Cuba hay varios fantasmas que sacan letra, y es inevitable, pues en las casas de los santeros cada cual hace lo que le venga en gana sin pensar que dañan a una religión, no a nadie en particular (...) en Cuba hay varios que se creen Olodumare en la tierra y sacan varias letras tratando de darse a conocer, pues salen sus nombres".

No obstante, reportes de la Cooperativa de Periodistas Independientes de Cuba, señalaban días atrás el ambiente oficialista que se respira en las predicciones de la A.C.Y.C., al extremo de bromearse en La Habana con la posibilidad de que los vaticinios pasen por los buroes del Comité Central del Partido antes de darlos a conocer a los religiosos. Tal entorno le ha hecho perder credibilidad, y cada año su contraparte, la Comisión Organizadora, suma nuevos miembros a la ceremonia. La Letra de 2003 de esta última estuvo respaldada por 817 babalawos, entre ellos representantes de 14 países.

En los años finales de la década del noventa se hicieron varios esfuerzos por unificar la ceremonia y todos fracasaron. Babalawos sensatos de ambos bandos han comprendido la inutilidad de presentar dos letras diferentes, que incluso confunden al religioso común. Además del yugo político encubierto que ata a la A.C.Y.C. —como a cualquier otra organización legal cubana—, se han impuesto también diferencias de criterios sobre los ritos y procedimientos a utilizar.

En declaraciones recientes a Cubanet, el líder de la C.O., Lázaro Cuesta, explicaba la posición de su organización: "No admitimos bajo ningún concepto que nos impongan escribir en el papel algo que no haya dicho Ifá". Y ante la pregunta de que si harían rogativas por la salud de Fidel Castro, respondió que rogarían por la humanidad. "Haremos los sacrificios y ofrendas porque esas son las únicas herramientas que tenemos para poder enfrentar las dificultades que se avecinan, para que el hombre adquiera la claridad de poder entender las necesidades del otro hombre y así un día dejemos de vernos como fieras".

Salvo en algunos aspectos comunes, verbigracia las guerras, los desastres climatológicos y accidentes, y el entorno político adverso (dicho sea de paso, no hay que ser babalawos para adivinar este tipo de porvenir), las profecías de los santeros cubanos más que orientar, confunden. ¿Cuándo será el día en que los adivinos de Ifá se pongan de acuerdo, para no tener que elegir —como este año— entre Eleguá u Obatalá?

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