Lunes, 13 enero 2003 Año IV. Edición 532 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Mucho terror y poca sangre

La escuela de terrorismo revolucionario, tan famosa como la de ballet, deja huellas lo mismo en Camagüey que en Guadalajara.
por MICHEL SUáREZ, Valencia Parte 1 / 2
O. Payá
La Habana. Oswaldo Payá muestra pruebas del último
acto de terrorismo revolucionario contra su domicilio

Ni siquiera los jóvenes más lejanos a aquella generación universitaria de los años 80 pueden sustraer de su memoria las consecuencias de la famosa reunión del ex miembro de la cúpula comunista, Carlos Aldana, con los estudiantes de periodismo de la Universidad de La Habana. Castigos ejemplarizantes contra el verbo desenfrenado de los alumnos, reuniones posteriores con el dictador y toda clase de actos represivos bajaron del Olimpo-Partido para contener el foco de "infección" generado en la propia fábrica de propagandistas revolucionarios. El llamado "terrorismo de baja intensidad" había fallado en su propia meca, y Fidel Castro no estaría dispuesto nunca más a tal negligencia.

Desde su llegada al poder, el gobernante había sustituido el pago de las matrículas en las universidades por un cheque en blanco que rezaba en números rojos: "Universidad solo para los revolucionarios". La historia de los que no suscribieron la representación, a fuer de honestidad y coraje, ha sido realmente patética: jamás vieron sus títulos de licenciatura o ingeniería, doctorado o master, secuestrados por una ideología que ha canjeado impúdicamente incondicionalidad política por "libre" acceso a la educación superior. La mayoría optó por secundar la farsa y aceptó el chantaje de Castro ante la falta de alternativas. Otros —los peores— hasta hicieron sus aportes personales al clima de coerción psicológica de la educación nacional.

El mismo Fidel Castro que ¿asistía? a las clases de Derecho en la Universidad de La Habana pistola en ristre, que contribuyó a la cotidianidad del pandillerismo en las aulas de la Colina y entendió desde muy temprano la importancia de ser líder —a cualquier coste—, acabó por convertir a la indómita FEU de aquellos años de cruenta batalla en la organización policial más efectiva de la enseñanza cubana.

No habrá que investigar demasiado para descubrir que las misiones de la FEU comienzan en su entidad inmediata inferior, la FEEM, organismo que avala políticamente (y por escrito) el pase de los alumnos preuniversitarios al próximo nivel. Con la mayor naturalidad del mundo se insiste desde la Secundaria Básica en que "hay que librar una batalla contra el docentismo y lograr un estudiante revolucionario integral", lo que se traduce en la primacía tácita de los fundamentos ideológicos en detrimento de la calidad docente y otros valores no menos importantes. ¡Cuántos hombres y mujeres ha perdido Cuba en nombre de criterios de filiación política!

El caso más reciente remite al centro-este de la Isla, donde tres estudiantes acaban de ser expulsados de centros universitarios de Camagüey. El delito político del que se les acusa: ser consecuentes con la Constitución de la República de Cuba, en los acápites que permiten solicitar cambios en las leyes mediante la suscripción popular de más de diez mil firmas. Roger Rubio Lima, católico y estudiante de segundo año de Artes Plásticas, fue expulsado el 23 de septiembre del Instituto Superior Pedagógico de Camagüey por firmar el Proyecto Varela. Igual castigo fue impuesto a Harold Cepero Escalante y Yoan Columbié Rodríguez, alumnos de cuarto año de Medicina Veterinaria de la Universidad de esa provincia, quienes fueron echados del sistema de educación superior el 13 de noviembre pasado.

De acuerdo con agencias de prensa independientes, en la asamblea en que se anunció la expulsión de Cepero y Columbié "se lanzaron contra ellos, además, gritos, insultos y amenazas, y les quitaron un casete donde habían grabado los hechos". Después de conocidos los incidentes, Félix Manuel Sotolongo, un cuarto estudiante camagüeyano, decidió denunciar ante la opinión pública la expulsión sufrida meses atrás por criticar abiertamente al régimen en una Escuela de Oficios de la Oficina del Historiador de esa ciudad. "Me acusaron de cabecilla contrarrevolucionario y me obligaron a irme de la escuela", dijo el joven en una entrevista.

La pregunta del siglo para los socialistas del Parlamento Europeo, del Partido de la Revolución Democrática, en México; o para la Izquierda Unida española (ésta última acaba de anunciar públicamente que quiere para España un modelo como el de Cuba) sería: ¿Existen diferencias entre la explosión de una bomba en un hotel cubano y la aniquilación frontal perpetrada por el régimen contra sus adversarios políticos desde las instituciones represivas? ¿Es más criminal Posada Carriles que Castro? ¿La dictadura de ETA contra la libertad es diferente a la del señor Castro porque la organización vasca se manifiesta a través de la extorsión dinamitera?

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