| La fuerza de la persuasión |
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| Paso a paso, de la ley a la ley, de dentro hacia fuera y de nuevo hacia dentro: Oswaldo Payá está en Estrasburgo para recibir el Premio Sajarov. |
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| por JORGE A. POMAR, Colonia |
Parte 1 / 3 |
Culminando una trayectoria de 33 años de rebeldía, que incluye al menos tres de cautiverio, un rosario de arrestos, interrogatorios, palizas, amenazas de muerte, campañas de difamación y un constante acoso prácticamente hasta la escalerilla del jet, Oswaldo Payá Sardiñas está al fin en Estraburgo para recibir este martes el prestigioso Premio Sajarov a la Libertad de Pensamiento, el más alto galardón concedido a un disidente cubano en la larga andadura del totalitarismo más controvertido del siglo XX y el más virtuoso en el manejo de los medios de difusión masiva. Acaba de lograr algo que sin duda han merecido también incontables opositores criollos, más radicales, con un mayor aval de sufrimientos y a menudo inmolados en el paredón o en las tinieblas de un calabozo. La tozudez de Payá ha vencido la sordera selectiva de un mundo occidental tan hipersensible al clamor de la oposición interna en la Europa Oriental anterior a la caída del muro de Berlín como anestesiado por los cantos de sirena del castrismo.
Su camino hacia el Nobel ha quedado despejado. Aunque este moderno protocristiano (los cristianos de hoy se atienen más a la ortodoxia de sus respectivas iglesias que a los preceptos neotestamentarios) interpreta su premio Sajarov como un reconocimiento comunitario a la disidencia cubana pasada, presente y futura, en bloque, como lo que realmente es: un voto a favor la sociedad civil de la Isla. Más aún, Payá, y junto con él todo el que conozca la naturaleza represiva del castrismo, no ignora que, de mantenerse fiel a sí mismo y no aceptar la entente cordiale, el nicho de notoriedad domesticada que le oferten las autoridades, al regreso de Estrasburgo su vida en La Habana dejará de ser un purgatorio para convertirse en un infierno dentro del infierno, con grave peligro para su integridad física.
Es cierto que su candidatura al Sajarov se impuso contra el voto cerrado de la izquierda en el Europarlamento. Pero la notoriedad del premio, sumada a la candidatura al Nobel y el respaldo de políticos influyentes como Jimmy Carter, Vaclav Havel y José María Aznar, acabarán pronto por reventar la olla de grillos comunitaria de verdes, globalistas, ecologistas, socialdemócratas y socialistas, sensibilizando a un sector cada vez más amplio de su variopinto electorado. Sirva de botón de muestra el desesperado llamamiento al próximo congreso del Partido Socialista (mayo de 2003) publicado en Le Monde por un grupo de simpatizantes. Cuba, ¿dónde está la izquierda francesa?, preguntan ya en el título los firmantes. Más abajo dicen:
"Al callar sobre el Proyecto Varela, la izquierda francesa deja pasar una oportunidad inesperada de defender el principio de las elecciones libres. ¿Es preferible no condenar abiertamente una dictadura porque está contra Estados Unidos que defender los derechos del hombre dondequiera que sean pisoteados? ¿Está la izquierda tan fascinada por sus mitos que no puede permitirse denunciar los crímenes de ese monstruo disfrazado de dictador simpático? [...] Nuestra izquierda no toma partido [...] ¿Miedo a parecer derechista [...]? ¿Deseo de lisonjear al militante desamparado en busca de símbolos?".
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