Lunes, 09 diciembre 2002 Año III. Edición 511 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Al habla con la ANAIC

A pesar de los pesares, el proyecto de cooperativas agropecuarias independientes prospera en la Isla.
por MIRIAM LEIVA, La Habana Parte 1 / 2
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Logo de la ANAIC

El Proyecto Cívico Rural Cubano agrupa a la Alianza Nacional de Agricultores Independientes de Cuba (ANAIC), la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales y la Unión de Jóvenes Rurales, que han obtenido reconocimiento como Organizaciones No Gubernamentales por el Foro de la Sociedad Civil de las Naciones Unidas, efectuado en Bélgica recientemente. El embrión del Proyecto fue la ANAIC, que gracias al denodado esfuerzo de sus miembros está actualmente integrada por unos 200 campesinos de las provincias de La Habana, Matanzas, Camagüey, Las Tunas, Santiago de Cuba y Guantánamo. Surgida hace cinco años en esta última localidad, ha logrado avanzar eludiendo la fuerte vigilancia y la represión de las autoridades y la policía política.

En reciente entrevista, su presidente Antonio Alonso y el ingeniero Alberto Llampier Varea, asesor, expresaron que los objetivos de la ANAIC son el fomento y el desarrollo de las cooperativas agropecuarias con producciones sostenibles a partir de los limitados recursos con que cuentan sus miembros. Hay que tener en cuenta que el Estado es el único proveedor de los escasos insumos disponibles para las cooperativas reconocidas oficialmente. En general, la ANAIC enfrenta grandes dificultades para adquirir los aperos de labranza más elementales y los combustibles, al igual que la ropa y el calzado.

Actualmente, la organización desarrolla un plan para aliviar la difícil situación económica que afrontan los campesinos, mediante pequeñas industrias de transformación de las producciones agropecuarias de la zona donde están constituidas, como el maíz, algunas leguminosas, otros cereales y la lombricultura para producir pienso animal. El plan tiene dos objetivos: Se pretende comercializar los productos obtenidos a fin de lograr un ingreso monetario adicional y, por otra parte, dedicar una cantidad de ellos al fomento de las crías porcina y avícola dentro de la propia organización, con vista a vender huevos, carne de cerdo y de aves. No obstante, por las limitaciones existentes, las posibilidades de ir al mercado son bastante remotas.

Asimismo, la presencia de la mujer campesina resulta primordial, ya que la fuerza de trabajo de los cooperativistas es limitada. De ahí que la ANAIC coordine con la Federación Latinoamericana de Mujeres para vincularla a labores tolerables en el contexto de las rudas condiciones agrícolas, y por esa vía garantizarles también un medio de sustento.

Con respecto a la Ley de Cooperativas aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular a comienzos de noviembre, los dirigentes campesinos señalaron que constituye un engendro más privativo y humillante que la Ley 36 vigente hasta el momento. Ahora se elimina la posibilidad de comercializar las producciones marginales (o sea, las que no forman parte de la línea fundamental de producción, pero que se desarrollan de todos modos en volúmenes pequeños, o los excedentes del contrato establecido con la Unión Nacional de Acopio). El Gobierno obliga al campesinado a comercializar con las entidades estatales, de manera que no existe la posibilidad de comparecer en el mercado.

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