| Elián y Juan Paulo: ¿Dónde está la diferencia? |
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| Desde hace años Juan López Linares libra la batalla de conocer a su hijo, pero hasta ahora La Habana ha salido ganando. |
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| por MICHEL SUáREZ, Valencia |
Parte 1 / 2 |
Juan Paulo está a punto de cumplir cuatro años. Vive en Cuba, junto a su madre, y jamás ha tenido cerca a la figura paterna más allá de la línea telefónica o las cartas. Su padre, Juan López Linares —de sólo 31 años de edad—, es Doctor en Física y reside en Brasil. La Habana le prohíbe encontrarse con su hijo por no cumplir los requisitos políticos "indispensables", como los demostrados en su momento por Juan Miguel González. El mítico Caso Elián es la más evidente prueba del apartheid ideo-político que vive la Cuba real, y de como un principio, una idea o una convención internacional —como la de los derechos del niño— pueden ser manipulados por Fidel Castro en función de sus intereses. Desde un punto de vista humanitario, ¿pueden aceptarse diferencias entre Elián y Juan Paulo, entre Juan Miguel y Juan López Linares?
El Gobierno no acepta que el científico regrese temporalmente a su país por el presunto delito de "abandono de una misión oficial", pero su caso no es aislado. Miles de cubanos desperdigados por el mundo no conocen a sus hijos, no han podido viajar a la Isla tras la muerte de sus padres o de familiares cercanos, o ya se han resignado a las leyes que los castigan. La realidad personal de Juan López Linares es un denominador común en nuestra diáspora familiar.
¿Cómo comenzó su tragedia personal?
Hice mis estudios de licenciatura y maestría en Física en la Universidad de La Habana. Después de haber pasado tres años trabajando como profesor de Física para estudiantes de Ciencias Biológicas, recibí una beca de estudios para participar de un curso de especialización en el International Centre for theoretical Physics, en Trieste, Italia.
Una vez terminado el curso de especialización, solicité en el Consulado de Cuba en Milán, Italia, una autorización para continuar mis estudios de doctorado fuera de Cuba, pero ésta fue negada por el cónsul. Él me ofreció la disyuntiva clásica de "Patria o Muerte": o regresaba a Cuba y renunciaba a una propuesta de doctorado en la universidad en la que ya me habían aceptado, o pasaba a formar parte de la clase social de cubanos denominada "quedados".
Soy doctor en Física por la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), y curso actualmente un post-doctorado en la Universidad de Campinas (Unicamp), ambas en el Estado de Sao Paulo, en Brasil.
Desde hace dos años usted ha enfrentado diversos trámites para poder conocer a su hijo. ¿Cuál ha sido la respuesta a su petición?
Tengo en Cuba un hijo de más de 3 años, Juan Paolo López Fiallo, a quien no conozco, pues el Gobierno cubano me impide hacerlo. Esa separación es el más cruel "castigo" que pueden infringir a un padre. Y se debe a que soy considerado por el Gobierno un "desertor", y hasta un "traidor", por el simple hecho de haber optado por estudiar en este acogedor Brasil, en el cual dos universidades, y la Fapesp (órgano brasileño de amparo a las investigaciones científicas), me han brindado, generosamente, la posibilidad de una mayor realización profesional.
En 2000, 2001 y 2002 hice todos los trámites posibles e imaginables ante las autoridades consulares cubanas en Brasil, para poder volver temporalmente a Cuba, pagando, inclusive, onerosas tarifas en el consulado en Sao Paulo. Pero la autorización de entrada me fue negada, siempre verbalmente, sin haber recibido ningún documento escrito que justificase los motivos de esas negativas.
Agotados todos los recursos consulares a mi alcance, no podía mantener por más tiempo la situación en el plano estrictamente particular, como hubiera deseado, y tuve que denunciarla públicamente. El 4 de junio un funcionario no identificado del consulado de Cuba en Sao Paulo, al ser interrogado por un periodista del Correo Popular de Campinas, dio el caso por "cerrado", añadiendo que "no daría entrevistas sobre el asunto".
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