Lunes, 14 octubre 2002 Año III. Edición 471 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Dos huracanes más tarde

¿Dónde están las reservas de que presumiera el Gobierno y que necesitan urgentemente los damnificados?
por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana Parte 1 / 2
Isidore
La Catalina, Pinar del Río. Estragos del Isidore

Todos los informes que llegan de la zona occidental de Pinar del Río e Isla de Pinos coinciden. Periodistas independientes, disidentes y pueblo en general describen una situación de carencia extrema en todos los órdenes. Testimonios como el que sigue reflejan la opinión colectiva: "Son los días peores de nuestras vidas; no sólo durante, sino después del ciclón".

Miles de familias han quedado sin techo por el efecto directo de los vientos de dos huracanes seguidos. La destrucción de la red eléctrica y otros elementos de infraestructura ha dejado a esas poblaciones en grave precariedad. Los municipios del extremo occidental de Pinar del Río —Guane, Mantua, Sandino...— y también partes de San Juan y Martínez y de San Luis, llevaban doce días sin corriente eléctrica, por el huracán Isidore, cuando se abatió sobre ellos el Lili.

La población está careciendo de lo más elemental, incluso de agua y comida. La falta de corriente eléctrica impidió que trabajaran normalmente los acueductos y ha obligado al suministro de agua por camiones cisternas (pipas), pero se trata de un líquido de pésima calidad, turbio y fétido. Hay quienes han tenido que comprar agua mineral de botella en las tiendas dolarizadas, mas esta erogación en divisas es un lujo que ni por asomo puede permitirse la mayoría de las familias vueltabajeras.

Las autoridades tampoco han vendido —y mucho menos regalado— alimentos en cantidades suficientes para apaciguar el hambre. Ha habido conatos de desorden social en la venta de artículos tan elementales como las galletas (a 8 por persona en San Juan y Martínez).

Otro grave problema es el del combustible casero para hervir el agua y cocinar los pocos alimentos que se consiguen.

La situación en los territorios afectados por los ciclones Isidore y Lili amerita que se les declare zonas de desastre nacional y que el Gobierno abra las puertas a la ayuda internacional para que fluyan caravanas de camiones, trenes, barcos o patanas (no hay puertos de gran calado en la zona occidental), helicópteros e incluso aviones usando paracaídas, con agua y comida para los damnificados. Los medios oficiales, entretanto, brindan la acostumbrada visión optimista, que se ocupa más de la imagen pública del Gobierno que de la objetividad de sus reportes.

El régimen no abandona su tradicional postura de que "todo se resolverá por nuestras propias fuerzas" y "nadie quedará desamparado".

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