Casos y conjeturas |
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Reapareció Roberto Robaina justo cuando el ex ayudante de Raúl Castro, Alcibíades Hidalgo, anclaba en Miami. |
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por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana |
Parte 1 / 2 |
De repente resurge en escena Roberto Robaina, precedido por un video oficial sobre la conducta política del ex ministro de Relaciones Exteriores, quien fue destituido y condenado al ostracismo hace tres años.
En todo este tiempo, siendo Robaina un personaje harto conocido —que no es lo mismo que "popular"—, la gente se ha preguntado: "Bueno, ¿y dónde está Robertico?" Y nunca ha faltado quien exclamara: "¡Qué bárbaro! Lo desaparecieron".
Ahora, con ese desprecio por la opinión pública que le caracteriza, el Gobierno lo reaparece. Cuándo y cómo le conviene.
Lo de Robaina fue una gran noticia cuando lo destituyeron. Hoy tiene más de suspense político y manipulación.
Si en Cuba hubiera prensa, y no su lamentable remedo, cuando tronaron a Robaina se habrían conocido muchas cosas interesantes, incluida la opinión del ex dirigente juvenil, que habría sido entrevistado por los medios.
Aquí, oficialmente al menos, Robaina sigue en el misterio: el video explicatorio se mantuvo dentro del PCC, aunque su contenido fue discutido en ciertas reuniones.
Al joven pinareño lo persigue la notoriedad. Cuando lo nombraron ministro en abril del 93 la reacción fue de estupor y escándalo. En realidad, el hombre no tenía ni experiencia ni escuela para tan alto cargo. No le faltaba talento, pero no sólo de neuronas se compone un canciller.
Todo el mundo esperaba que el nombramiento recayera en Ricardo Alarcón, quien sí reunía las condiciones requeridas. Y la gente aventuraba teorías de que Fidel Castro no sólo había premiado a Robertico por su buen trabajo en la Unión de Jóvenes Comunistas, sino también había castigado a Alarcón, a quien se le veía como reformista.
Pero algo estaba claro: con un MINREX lleno de diplomáticos que habían echado su vida en esa labor, se traía a un cuadro juvenil, movilizador y populachero, con consignas que más parecían trabalenguas, y con una indumentaria disparatada, para ponerlo al mando de profesionales. Fue un duro golpe a la moral del MINREX, que después ha recibido otros peores.
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