Viernes, 19 julio 2002 Año III. Edición 413 IMAGENES PORTADA
Sociedad
El triunfo del miedo

Ante la convocatoria gubernamental para inmovilizar la Constitución se impone una pregunta. ¿Por qué firman los cubanos?
por OSCAR ESPINOSA CHEPE, La Habana  
F. Castro
Lo de 'irrevocable' va cueste lo que cueste

El 99,25% de los ciudadanos estimados con derecho a ejercer el sufragio, firmaron un proyecto de modificación de la Constitución, en el que se declara "intocable" el actual sistema económico, político y social, imperante en la Isla durante los últimos 43 años. Esta información fue brindada por el presidente de la Comisión Nacional de las organizaciones de masas "promotoras" de las firmas.

Este porcentaje, que se incrementó con las firmas del personal residente en el exterior, como diplomáticos, entrenadores deportivos, médicos, enfermeras y otros, demuestra por sí solo la carencia de legitimidad de este "Plebiscito"; y su similitud, como una gota de agua a otra, con los procesos electorales llevados a cabo en el Este de Europa durante la época del poder soviético sobre esa zona, donde también aparecían resultados superiores al 99,0%, supuestamente en apoyo a los regímenes totalitarios existentes allí.

En esta oportunidad, el régimen se desenmascaró totalmente, al realizar la recogida de firmas en los Comités de Defensa de la Revolución, organizaciones que si bien han realizado ciertas tareas en beneficio popular en estos años, especialmente vinculados a la salud pública, tienen como objetivo central la vigilancia de los ciudadanos cuadra por cuadra, por lo que en la práctica constituyen sucursales de la poderosa policía política del régimen a nivel de base.

En estas circunstancias, la ciudadanía temerosa acudió a firmar, consciente de que no hacerlo podría tener consecuencias muy negativas para su futuro y el de su familia, en el orden laboral, estudiantil, y en todos los aspectos de la vida.

Recuérdese que en Cuba los salarios recibidos del único empleador: el régimen, y las pensiones son insuficientes para vivir. La mayoría de las personas, para poder subsistir, está obligada a realizar de manera ilegal actividades productivas o de servicios fundamentalmente. Por tanto, "la lenidad" de los CDR es necesaria a los ciudadanos para evitar problemas. Popularmente se dice que las actividades ilícitas, como el robo y la especulación, son toleradas, no así la actitud contestataria contra el régimen.

Se dio el caso, bastante frecuente, de personas en trámites para salir al extranjero, quienes han mantenido una actitud contraria al sistema, pero firmaron la iniciativa de modificación constitucional por miedo a que las autoridades no les dieran el permiso de salida, la llamada "tarjeta blanca".

Eso explica por qué en pleno siglo XXI el régimen se ha convertido en una institución de "origen divino" e intocable, como las monarquías del Medioevo. Mientras, paradójicamente, el mundo transita por el camino de la integración y los cambios; poco a poco van desdibujándose las fronteras; y los avances tecnológicos, como Internet, democratizan las sociedades y acercan a los seres humanos.

Este contrasentido, reñido con toda lógica, en el caso de Cuba todavía es más triste. Esto ocurre en un país, donde hace aproximadamente cuatro décadas se inició un proceso popular que llenó de esperanzas a una gran parte de la ciudadanía, y hoy, en su fase terminal, tiene que recurrir a la compulsión como instrumento intimidatorio para sostenerse en el poder.


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