Viernes, 28 junio 2002 Año III. Edición 398 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Inmovilismo y movilización

Castro sí... Cuba no: De la 'Iniciativa de modificación constitucional' a la 'marcha del pueblo combatiente'.
por OSCAR ESPINOSA CHEPE, La Habana  
Banderitas
Altos mandos militares en la movilización del pasado
miércoles en La Habana

Las llamadas organizaciones de masas, que en Cuba sirven como instrumento de dominación del Gobierno, han presentado una iniciativa de modificación constitucional destinada a perpetuar el régimen político, económico y social imperante desde hace más de 40 años en la Isla. Pretenden declararlo intocable.

Justifican esta acción aduciendo que constituye una respuesta a los discursos del presidente George W. Bush pronunciados en Washington y Miami el pasado 20 de mayo. El ardid no sorprende, pues se repite una vez más el gastado esquema de cultivar el nacionalismo mediante el llamado a la defensa frente a un supuesto enemigo. Resulta evidente que en esta ocasión, como en otras, no se persigue responder al mandatario extranjero, sino tratar de desviar la atención de la crisis económica, social y política que se profundiza en el país, así como crear las condiciones idóneas para continuar y, posiblemente, reforzar la represión contra los ciudadanos que pacíficamente reclaman.

Es significativo que estas organizaciones de masas, autodefinidas defensoras del pueblo cubano, no hayan dicho ni una palabra sobre los recientemente aplicados incrementos de precios a productos esenciales para la población, lo cual se llevo a la práctica sin compensación a los salarios de los trabajadores y las pensiones de los jubilados.

Asimismo, no se han expresado acerca del anuncio de la desintegración parcial de la industria azucarera y los motivos que han provocado esta medida.

¿Qué puede esperarse de organizaciones que excusaron durante años la creciente dolarización de las finanzas nacionales y la destrucción de nuestra moneda; la segmentación de la sociedad entre quienes tienen dólares y quienes no los poseen, sin relación alguna con el aporte del ciudadano al desarrollo del país; la constante descapitalización humana y material; la discriminación que sufren los cubanos en su propia tierra, sin derecho a montar negocios; los salarios de hambre y miseria que reciben los trabajadores y las pensiones que como promedio mensual no alcanzan un equivalente a cinco dólares?

Tampoco han condenado estas organizaciones la constante pérdida de valores espirituales en la sociedad y la doble moral; la erosión que desde hace años se evidencia en actividades donde se habían obtenido ciertos avances (salud pública, educación, seguridad social); la terrible situación que enfrenta la población por la falta de alimentos, medicinas, vivienda y transporte; así como la imposibilidad de disfrutar de hoteles y centros turísticos únicamente destinados a extranjeros.

Jamás estos pretendidos "defensores" del pueblo se han referido a la desastrosa situación existente en nuestros campos, arruinados por una política voluntarista que ha implantado un inmenso latifundio estatal, degradado la tierra y reducido su fertilidad, frenado la capacidad creativa del campesino y convertido el país en un importador neto de alimentos perfectamente producibles en la Isla, condenando a la precariedad a la ciudadanía.

La llamada Iniciativa de modificación constitucional de ninguna forma apunta al fortalecimiento de la propiedad social, que no existe en Cuba, sino al régimen estatista de los burócratas, por los burócratas y para los burócratas que lleva ya 43 años en el poder.

La llamada Iniciativa de modificación constitucional, con su ropaje seudo socialista y seudo patriótico, no es más que la respuesta del totalitarismo a las propuestas mesuradas y constructivas del Proyecto Varela, entregadas a la Asamblea Nacional del Poder Popular con la firma de más de 11.000 cubanos, de acuerdo a los requisitos establecidos en la Constitución vigente. Es la reacción al discurso del ex presidente James Carter, quien ofreció sus buenos oficios para tender puentes entre Cuba y Estados Unidos.

La mencionada iniciativa indica la renuencia del régimen al diálogo y a la promoción de soluciones pacíficas a la crisis general, conducentes a la reconciliación nacional.

Se hace evidente la decisión gubernamental de atrincherarse en su postura inmovilista. Es ya notoria la incapacidad del régimen para, incluso, realizar reformas económicas similares a las de China y Vietnam.

El enmascaramiento de esta última maniobra —movilizaciones incluidas— resulta tan burdo que es ya una ofensa a la inteligencia de los cubanos.


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