Martes, 25 junio 2002 Año III. Edición 395 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Mafiosos, ma non tropo

El Miami virtual fabricado por el régimen se da de bruces con una realidad incontestable: El inmovilismo está en La Habana.
por LUIS MANUEL GARCíA, Sevilla Parte 2 / 2

En el nuevo discurso de las autoridades cubanas, la "mafia" de Miami se dedicaba a odiar a Cuba mañana y tarde, apoyaba con fervor los más tenebrosos planes contra la Isla y vivía pendiente de una revancha histórica que le permitiera regresar como invasores, a bordo de sus dólares, y sojuzgar para siempre a sus compatriotas, que en su día fueron redimidos por Fidel Castro. Tan ocupados en odiar, no se explica de dónde sacaban tiempo para enviar a sus familiares mil millones de dólares al año, y mantenerlos con vida hasta que llegara el momento de esclavizarlos.

A propósito, si los de Miami son todos unos mafiosos, la Isla tendría que ser, por fuerza, la lavadora de dinero donde se asean sus excedentes.

Una lectura asidua de la prensa cubana revelará la imagen del exilio que el Gobierno aspira a crear en sus ciudadanos: repite hasta el aburrimiento y la hipnosis que la población de Miami no sólo es de extrema derecha y anticastrista, sino anticubana, aliada con los intereses de una potencia extranjera. Un exilio dispuesto a invadir la Isla y desalojar de sus antiguas casas a los nuevos propietarios, recuperar sus empresas y apropiarse del país. Uno que favorecería cualquier solución drástica en Cuba siempre que concluyera con el derrocamiento de Fidel Castro y saciara sus ansias de venganza. Y que, por último, no dudaría en aplaudir masivas purgas y ajustes de cuentas tras la caída del comunismo.

Sin embargo, una encuesta realizada recientemente a más de 800 personas en el condado de Miami-Dade, por la firma Bendixen & Associates, con un margen de error del 3%, parece contradecir los juicios apocalípticos de La Habana.

Según sus resultados, aunque cayera el comunismo en Cuba, sólo el 27% regresaría a la Isla, de modo que la prevista invasión se quedaría en mera excursión. El 46%, en cambio, está a favor de que los norteamericanos puedan viajar libremente a Cuba, mientras el 47% se mantiene en contra. Aún el 61% se muestra a favor del embargo, pero ya el 28% aboga por eliminarlo. En ello posiblemente influye que el 45% considera que ha sido un instrumento ineficaz, frente al 46% que aún sostiene lo contrario. La inmensa mayoría apuesta por el tránsito cubano hacia la democracia y son más los que preferirían una política implementada por Europa, América Latina y Estados Unidos (48%), que quienes la limitan a una política exclusivamente norteamericana (35%). El 54% considera positivo el Proyecto Varela, aunque el mismo, al ajustarse a la Constitución vigente en Cuba, excluya la opinión de los exiliados, razón por la que el 23% dice no aceptar la iniciativa.

Entre quienes llegaron en los 60, el 42% apoya el perdón y la reconciliación entre cubanos, frente a un 46% en contra. Mientras que entre los llegados en los 90, la proporción es de 62% contra 29%. El 79% de los entrevistados prefiere una transición gradual y pacífica, aunque sea más lenta, mientras apenas el 16% apoyaría cambios drásticos. Y el 76% estaría de acuerdo con la participación en el proceso de los líderes del exilio. Un 15%, en cambio, estaría en contra. Y aunque un 42% aboga por comenzar desde ya el proceso de transición, el 52% opina que en vida de Fidel Castro serán impensables cambios serios. El empecinamiento del mandatario cubano en un discurso del odio que sirve de coartada al desmoronamiento de su régimen, parece darles la razón.

Si acatamos el precepto bíblico de que por sus obras los conoceréis, cualquier observador imparcial deberá reconocer que los exiliados cubanos, despedidos en su día a golpes de desprecio y escarnio, tras ser esquilmados sus bienes, salvan del hambre hoy a media Isla. Mientras en la acera sur del Estrecho se enorgullecen del resentimiento unánime y obligan a rubricar la inamovilidad constitucional de la dictadura, en la acera norte la tercera parte aboliría el embargo, más de la mitad aboga por el perdón y la reconciliación y las cuatro quintas partes preferiría un tránsito incruento y gradual de sus compatriotas hacia la democracia. Una mafia, en suma, de la que Don Vito Corleone se avergonzaría en nombre del gremio. Tampoco el Padrino de la Isla permitiría a los miembros de su familia esos excesos de opinión, ni esos reblandecimientos del odio.

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