Jueves, 16 mayo 2002 Año III. Edición 367 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Revocando el miedo

Más de 10.000 firmas cubanas solicitando un referéndum están en la Asamblea Nacional. ¿Y ahora qué?
por LUIS MANUEL GARCíA, Sevilla Parte 2 / 2

Esta cadena de improbabilidades explica que desde su nacimiento el proyecto haya sido objetado por numerosos detractores que lo consideran un esfuerzo inútil, cuando no una legitimación del Gobierno actual, al actuar dentro del marco de la Constitución vigente. De este marco de actuación se desprende el segundo bloque de objetores: una zona del exilio cubano que se considera excluida, ya que al ser despojados de sus derechos electorales en Cuba (aunque conserven la ciudadanía), quedan descartados automáticamente de refrendar con su firma el proyecto. El propio Payá ha declarado promover un cambio pacífico y desde dentro, "porque si el cambio es violento, el Gobierno que venga será un Gobierno de fuerza y si esperamos que el cambio llegue desde afuera, entonces el pueblo no será protagonista del cambio". Y la expresión "desde afuera" ha subrayado la postura de esa zona del exilio. Por último, hay quienes acusan al proyecto de una concesión de principios: ¿por qué someter al veredicto público derechos que son inalienables a la condición ciudadana, como las libertades económicas, de expresión o asociación?

Sin dudas a todos estos opositores les asiste una dosis de razón. Claro que cabría aclarar algunas cosas. La primera es que sobre los cubanos que residen en Cuba recae, y sobre todo recaerá, el peso de los cambios que ocurran en la Isla. Sin excluir la participación, pero no el protagonismo, del exilio. De modo que si hoy la iniciativa se atiene a la constitución vigente, precisamente para modificarla en su esencia, más que torpedear lo que es, valdría aplaudir lo que pretende ser. Y si esa constitución excluye al exilio, no es culpa, obviamente, del Proyecto Varela, que sólo aprovecha una mínima opción legal para plantear sus reivindicaciones. Aunque ellas sean obvias en sociedades democráticas, no olvidemos que en Cuba serían verdaderas revoluciones tras medio siglo de totalitarismo. Algo que parecen haber olvidado quienes se niegan a someter a escrutinio unos derechos no tan universales en la práctica como todos quisiéramos.

Por último: ¿vale la pena todo este esfuerzo si la perspectiva de éxito es casi nula? Decididamente, sí. No por el referendo o su más que hipotético triunfo.

La democracia, las libertades y los derechos del ciudadano, se construyen sobre una sociedad civil consciente de sus fueros. Jamás será un gracioso regalo. Y tanto para construir un Estado de derecho como para mantenerlo, se necesita esa sociedad civil que en Cuba ha sido sistemáticamente podada hasta las raíces. El hecho de que 11.000 o 20.000 cubanos hayan firmado, es índice del tránsito a la edad adulta de la oposición interna, que ya no podrá ser impunemente tratada como grupúsculo insignificante. Y la temeridad de 20.000 es la antesala a la valentía de 200.000, y esta a su vez, del desacuerdo público y sin tapujos de 2.000 000.

Si alguien ha estado muy claro desde el principio sobre la peligrosidad del Proyecto Varela ha sido, a pesar de su prepotencia, Fidel Castro. No ha perseguido el proyecto con tanta saña por puro hábito represivo, sino por miedo. Y no miedo a 11.000 firmas y un referendo que puede disolver con un gesto. Miedo a que cunda el mal ejemplo, y los cubanos pierdan el miedo. En una sociedad en decadencia, sumida en un presente en ruinas y deslizándose hacia un futuro incierto, y donde once millones de habitantes están pendientes de la muerte de uno solo, la pérdida del miedo sería un catalizador poderoso hacia un futuro que contradiga los slogans en curso. O peor: que los cubanos alcancen la certeza de que el miedo ya no es rentable: que a lo sumo les aportará un televisor chino, o el derecho a un salario de miseria y prestaciones sociales que no tendrían por qué ser abolidas, sino mejoradas en una sociedad plural y democrática. Miedo a que los cubanos comprendan, al fin, que perder el miedo puede otorgarles la llave de la única puerta hacia el futuro.

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