Jueves, 16 mayo 2002 Año III. Edición 367 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Tres mujeres al tiro

por RAúL RIVERO, La Habana  

Esta es una galería pobre y opaca. Las personas que aparecen son unas damas de apellidos llanos. Sus maridos, sus novios, sus amantes... ya han muerto o viven en el olvido, es decir, en la sabiduría.

Son mujeres que saben que el odio tiene su latido particular y se refugian en dos latitudes inconquistables: la familia y el trabajo.

Tienen sus picardías y pequeños vicios soportables. Por caminos diversos y desde puntos distantes entre sí, a veces muy opuestos, fueron llegando al sitio donde están.

Tania Quintero aparece en primer plano. Profesional y, desde luego, apasionada. Es, a mi modo de ver, la más libre del periodismo alternativo cubano.

Escribe a toda hora o toma nota y a sus ojos, que algunas tardes parece que dormitan, no se les escapa nada. Es agnóstica pero no llega a la herejía, y ama el cine y la música. Tiene el don de narrar seis historias a la vez, en medio de una corriente de incidentales y alegorías. Cuando oye decir la palabra "política" no saca su pistola porque anda siempre desarmada.

Cocina mal y, sin embargo, come bien. Le gusta leer reportajes y testimonios. Odia la televisión.

Viene Ana Luisa López, que está lejos, aunque estuvo tan cerca que se tuvo que ir. Con mucho oficio y una capacidad de trabajo que porfía con la salud y el sueño, enseñó a decir la verdad sin complicar las cosas.

Su voz fue un emblema en los años noventa y ahora es otro. Como es de Camagüey, lo añora y lee poesía.

Dios la ayudó a salir de la mentira y a quitarse unos espejuelos oscuros que le pusieron de joven. Con ellos se pasó años en la creencia de que aquello que veía era la vida. Tiene la ambición de ser pobre y lo consigue.

Iria González Rodiles llegó disfrazada de Ernestina Rossell a mediados de 1995. Venía de unas ruinas y estaba ilesa. Se sentía arrasada pero con fuerzas y recursos para, en más o menos la mitad de la vida, empezarla otra vez.

Contaba, cuenta, con su profesionalismo y un talento especial para la crónica y el análisis.

La acompañaban, la acompañan, sus lecturas, las experiencias de sus viajes, sus encuentros con mucha gente y otros mares, y la fidelidad al amor que según Margarite Yourcenar es la única fidelidad posible.

Estas señoras, cuyos leves retratos dibujo ahora a toda velocidad, le han dado fuerza, presencia y virtud al periodismo cubano.

Ellas ayudan a iluminar nuestro país y sus amarguras. Sus desvelos y el coraje que sustentan sus trabajos, es una sustancia donde se diluye la miseria, la simulación y la maldad.


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