Martes, 23 abril 2002 Año III. Edición 350 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Extranjero

En un planeta cada vez más pequeño, cada vez más cercano, forastero es aquel que reniega de los valores universales de la raza humana.
por LUIS MANUEL GARCíA, Sevilla Parte 1 / 2
Combatientes
16 abril de 2002. Combatientes de Girón en La Habana.
¿Patriotismo caduco?

Extranjero es una palabra rara y polivalente, que ha servido incluso para titular libros y grupos de rock. Extranjero era, para un espartano, el ateniense que habitaba, por así decirlo, a la vuelta de la esquina. Con el tiempo, todos terminaron siendo griegos. Extranjero era, entre los romanos, un concepto geopolítico: un romano de pura cepa podía nacer en las Galias o en Hispania, mientras el advenimiento de un bárbaro podía ocurrir a los pies del Coliseo, sin que por ello dejara de ser extranjero, lo que en este caso equivalía a extraño, ajeno. En las colonias españolas de Hispanoamérica, el criollo, nacido en el Nuevo Mundo, sin importar que sus padres fueran castellanos viejos, por razones geográficas (que a la larga se convirtieron en razones económicas y más tarde políticas, militares) no tenía acceso a numerosos cargos públicos. Era extranjero. Extranjero en su propia tierra.

En países como Suiza, para que a un extranjero se le conceda la ciudadanía —únicamente al estar casado con un ciudadano suizo— debe reunirse el consejo de la localidad donde nació el cónyuge, valorar los méritos y deméritos del aspirante a la suizificación y decidir, a puro voto democrático, si el tal tiene derecho o no a la eximia nacionalidad de las vacas alpinas y los quesos emmental. Incluso en junio del 94, durante un referéndum sobre si se le concedía o no la nacionalidad a los hijos y nietos de inmigrantes nacidos en el país y que sólo hablan alemán, francés o italiano, no su idioma de origen, más de la mitad de los suizos dijeron que no. De modo que siguen siendo extranjeros en la tierra donde nacieron ellos y sus padres. Españoles, croatas o chilenos que jamás han pisado los países de donde, teóricamente, son nativos. La "extranjeridad" es su condición natural.

Existen infinidad de personas que dicen sentirse orgullosas de su nacionalidad, a pesar de que ello entraña un absurdo: es puro accidente que algunos hayan nacido en La Habana y no en Helsinski o Ulan Bator. Nadie puede sentirse orgulloso por algo en que no interviene, y que por tanto no entraña ningún mérito. Podría, en cambio, sentirse orgulloso de sus obras, de su condición humana, de su país o de su pueblo (lo cual no equivale a su nacionalidad, mudable, como cualquier rótulo). Y me refiero a esto porque, apreciando los nacionalismos sanos, no excluyentes y que podrían asumirse como una categoría cultural, la salvaguarda de una herencia histórica, detesto los nacionalismos chovinistas, excluyentes, detentados por personas que se atribuyen los méritos de su pueblo gracias a una simple partida de nacimiento. Méritos en los que, con harta frecuencia, no han cooperado en lo absoluto. Y el aprecio superlativo y miope de lo propio viene con asiduidad convoyado por el desprecio a Lo Otro, Lo Extranjero. De modo que la otredad se convierte en un defecto y el otro, el extranjero, pasa a ser el bárbaro de los romanos, excluible, inferior.

Salto a cont. Siguiente: La historia... »
1   Inicio
2   La historia...

Imprimir Imprimir Enviar Enviar

En esta sección

El atropello de Elizabeth, el rapto de Elián
ILEANA FUENTES, Miami
¿Dónde llora Superman?
RAúL RIVERO, La Habana
Disidentes detenidos tras la última ola represiva
Cuando el río suena, basura trae
EMILIO ICHIKAWA MORIN, Nueva York
Otras vidas
RAúL RIVERO, La Habana
Trofeo de guerra
MICHEL JUáREZ, Valencia
NOTICIERO
SOCIEDAD
ECONOMÍA
CULTURA
INTERNACIONAL
DEPORTE
MÚSICA
OPINIÓN
DESDE...
ENLACES
Chat
ENTREVISTA
Cartas
BUSCADOR
Galeria
Niño
EDICIONES
» Actual
« Anterior
» Siguiente
Seleccionar
D:  
M:  
A:  
   
Dúo
 
 
PORTADA ACTUAL NOSOTROS CONTACTO DERECHOS SUBIR
 
© 1996-2003 Asoc. Encuentro de la Cultura Cubana.