Jueves, 11 abril 2002 Año III. Edición 342 IMAGENES PORTADA
Sociedad
El mes más cruel

13 de marzo en Cuba: también un canto a la violencia.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana Parte 1 / 2
José Antonio
Líder estudiantil Echevarría

La violencia —cuya semilla, repitiendo a Moreno Fraginals, arribó con la conquista-colonización— germinó y se desarrolló en Cuba durante nada menos que cuatro siglos. Empleada como medio para zanjar contradicciones a lo largo de nuestra historia, devino elemento característico de la cultura política nacional. Manejada no como última opción, sino como única opción, evolucionó hasta asumir en la República las formas del bonchismo, el gangsterismo y la guerras inter-pandillas.

A pesar del freno que representó a la conformación nacional la simbiosis entre hacienda azucarera y poder político, Cuba vivió el proceso de institucionalidad democrática en un ambiente de libertad política cuya máxima expresión fue el consenso que propició la Constitución de 1940, donde sectores antes marginados encontraron representación. Sin embargo, las elites dominantes lograron afianzar las estructuras que la Constituyente planteaba modernizar. Los tres gobiernos electos entre 1940 y 1952, carentes de toda ética, coadyuvaron a generalizar la corrupción política y administrativa, convocando de esa forma nuevamente a la violencia como medio de dirimir los problemas nacionales.

La popular frase "un clavo saca a otro clavo" resultó contraproducente, pues la violencia reproduce precisamente lo que se quiere eliminar. A la violencia del poder establecido se respondió con la del poder por establecerse. Su cotidianidad fue tal que originó su propia filosofía. Por ejemplo, Lionel Soto, quizás guiado por la tesis marxista del papel de la lucha de clases, en su libro La Revolución del 33 expresa: "El acto de fuerza que constituye la voladura de un objetivo mediante explosivos o la ejecución de un enemigo político o militar mediante el atentado, no es revolucionario ni antirrevolucionario en sí mimo... Lo que da, objetivamente, un signo tal o más cual a estos hechos es el marco estratégico, ideológico y político al que le sirve". Por su parte Raúl Aguiar, en su libro El bonchismo y el gangsterismo en Cuba, considera la violencia buena o mala en dependencia de sus fines. Ambos autores, basados en el principio maquiavélico de que el fin justifica los medios, dejan de lado el aspecto ético de la primacía de la persona humana.

El bonchismo, surgido en los centros de segunda enseñanza, evolucionó del pandillerismo al gangsterismo y alcanzó su "esplendor" en la Universidad, durante los gobiernos Auténticos. Figuras como Orlando León Lemus (El Colorado), Rolando Mansferrer Rojas, Orlando Bosh (participante en la voladura del avión de Cubana de Aviación en 1976) o Manolo Castro, que combatió el bonchismo en la Universidad para terminar siendo él mismo un gángster, así como acontecimientos de sangre como los del Reparto Orfila, caracterizaron a La Habana de la época. Sólo durante los 4 años del Gobierno de Grau se produjeron 69 atentados políticos, con un saldo de 2 desaparecidos, 39 heridos y 59 muertos, entre ellos líderes como Nieto Pérez, Jesús Menéndez y Miguel Fernández Roig.

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