El mes más cruel |
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13 de marzo en Cuba: también un canto a la violencia. |
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por DIMAS CASTELLANOS, La Habana |
Parte 2 / 2 |
En ese marco de terror y desgobierno la madrugada del 10 de marzo de 1952 el General Fulgencio Batista encabezó el golpe militar contra el Gobierno corrupto de Carlos Prío, que cerró el corto y frágil período democrático inaugurado con la Constitución de 1940. El golpe, sin desconocer las injusticias sociales existentes, fue la respuesta a una crisis política endémica que venía arrastrándose desde el nacimiento de la República, en un marco contradictorio de auge económico.
Una vez desatendidas las quejas legales contra el golpe anticonstitucional, la arrogancia del Poder dejó el terreno libre para las acciones de respuesta, por supuesto, también violentas. Hombres como Menelao Mora y José Antonio Echeverría se propusieron, con el mismo método —pero en nombre de las ideas revolucionarias—, ajusticiar al General como solución de los problemas nacionales.
La Sociedad Amigos de la República, consciente de que si no se variaba el rumbo de los acontecimientos era inevitable el enfrentamiento entre elite tradicional y elite revolucionaria, se esforzó, desde la moderación, en moralizar el dominio político, pero fue inútil.
Nuevamente en marzo, exactamente 5 años y 3 días después del golpe de Batista, un grupo de cubanos —viejos luchadores formados en el sabotaje— se unió a otro más joven del Directorio Revolucionario para asaltar el Palacio Presidencial y ajusticiar al usurpador del poder, con el resultado de decenas de víctimas fatales por ambas partes.
El 13 de marzo, si bien es expresión de la disposición de los cubanos a dar su vida por la libertad, también es reflejo de una cultura negativa basada en la intolerancia y la violencia, que debe ser desterrada —en nombre de los caídos y de los que pudieran caer—, como medio de "solución" de las contradicciones sociales en la Isla.
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