| Dengue, una y otra vez |
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| El Aedes aegypti y la infraestructura sanitaria cubana: un matrimonio bendecido por la desidia. |
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| por ILEANA FUENTES, Miami |
Parte 1 / 2 |
En 1981, el Ministerio de Salud Pública de Cuba declaró erradicado el dengue, según las autoridades "gracias al estrecho vínculo del Partido dirigente con las masas". Poco se informó sobre la epidemia que azotó al país ese año, y mucho menos sobre la de 1976-78. Se sabe que la de 1981 cobró 158 vidas (102 niños entre ellas) y que se reportaron 350.000 casos, de los cuales 10.000 se manifestaron en forma de dengue hemorrágico.
Erradicado, pues, y con una ausencia general de los programas obligatorios de prevención (como la fumigación periódica, por ejemplo), cuando en enero de 1997 empezaron a brotar los primeros casos de dengue en Santiago de Cuba, el pueblo fue cogido de sorpresa. Fue fácil para el régimen manipular la información. La epidemia de dengue de 1997 fue consecuencia no sólo de la negligencia oficial y de la depauperadísima infraestructura de sanidad que caracteriza a las áreas orientales del país, sino también de la campaña de desinformación que el Gobierno de Fidel Castro mantuvo durante meses con respecto a la amenaza epidémica. El régimen, simple y llanamente, se negó durante meses a declarar el brote epidémico. Muchos festivales y encuentros caribeños, los carnavales y una ola de turismo se darían cita en Santiago en junio y julio de ese año. La palabra "epidemia" no estaba en la agenda oficial.
Así lo hemos relatado el Dr. Dessy Mendoza Rivero y la que suscribe en nuestro libro Dengue: La epidemia secreta de Fidel Castro (Washington DC: Center for a Free Cuba, 2001). El Dr. Mendoza, fundador del Colegio Médico Independiente de Santiago de Cuba y delegado por Oriente ante Concilio Cubano en 1996, denunció la existencia de la epidemia a los medios internacionales de prensa y obligó al Gobierno cubano a asumir su responsabilidad. Meses más tarde, Mendoza fue condenado a ocho años de prisión por "propaganda enemiga" a pesar de que el régimen tuvo que admitir que, en efecto, había epidemia de dengue hemorrágico en Santiago. Amnistía Internacional adoptó al Dr. Mendoza como prisionero de conciencia en 1997, y lanzó una campaña mundial a favor de su liberación.
Hoy, que la parte occidental de la Isla es azotada por la cuarta epidemia de dengue en 25 años, el Gobierno ha montado, aunque tardía y aparatosamente, una verdadera campaña exterminadora contra el Aedes aegypti. No fue así en 1997. En pleno apogeo de la enfermedad en abril y mayo de ese año, los funcionarios de salud pública insistían en que todo estaba "bajo control". No fue hasta el 18 de junio, días después que el ABC de Madrid y otros medios dieran a conocer el parte del Dr. Mendoza, que el periódico Granma mencionó la palabra "epidemia". Los titulares de la prensa oficial —del semanario Sierra Maestra en particular— hablaban de virosis y arbovirosis —gripe, catarro—, que la gente por lo general remedia con jarabes y aspirinas. Saber que se trataba de un brote letal, y llamarle virosis, fue un acto criminal contra la población de Santiago de Cuba. Además, el Gobierno responsabilizaba a la propia población de los brotes:
"...las primeras lluvias de mayo no es la causa básica del aumento de los focos, sino una inexplicable indisciplina de muchas personas; tampoco se puede negar que actitudes negligentes durante la campaña y ahora casos de indisciplina de la población han complicado el panorama..." (Sierra Maestra, 17 de mayo)
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