Lunes, 25 marzo 2002 Año III. Edición 329 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Eso que anda

'En la luchita': Agotada por el enfrentamiento permanente, la nación cae víctima de un batallón de mosquitos.
por LEONARDO CALVO CáRDENAS, La Habana  
Fumigadores
La Habana. Fumigadores hoy. ¿Y mañana qué?

En las últimas semanas la nación ha sido testigo y partícipe de una nueva campaña promovida por la más alta dirección del Gobierno, que ha puesto en tensión una enorme cantidad de recursos materiales y humanos, acompañada por una intensidad propagandística que inunda todos y cada uno de los medios y espacios informativos disponibles.

Resulta que la dirección del país, sin reconocer explícitamente que existe una epidemia y aun cuando no aparecen datos estadísticos sobre los efectos y repercusiones de la misma, se ha lanzado a fondo en una campaña contra al mosquito Aedes aegypti, insecto transmisor de varias peligrosas enfermedades y especialmente del dengue, que en sus diferentes variantes, durante las últimas décadas, ha causado estragos en la población de nuestro continente y de otras latitudes.

La intención expresa y el lenguaje utilizado apuntan al desarrollo de una verdadera campaña bélica —otra más—, y esta vez contra un insecto. En una muestra innecesaria pero concluyente de la centralización que aqueja la Isla, han sido movilizados miles de cubanos de los más disímiles sectores y profesiones; a la vista de quien quiera verlo se mueven tecnologías y vehículos que se creían alejados de las posibilidades económicas del país. Es fácil escuchar por estos días a funcionarios y periodistas hablando de batallones de vanguardia, tropas químicas e ingenieras, táctica y estrategia de combate, al punto de que en plena vía pública un ocurrente habanero supo exclamar: "¡tal parece que persiguen al aegypti Bin Laden por toda La Habana!".

Seguidas muy de cerca por los medios de difusión y propaganda, "las tropas y técnicas de combate" se entregan cada día a la tarea de liquidar focos y criaderos del escurridizo vector, y a mover las enormes cantidades de desecho que se han ido acumulando durante años en la capital sin que nada ni nadie haya podido impedirlo.

La intensidad y dimensión de la nueva campaña contrastan, sin embargo, con la persistente negativa oficial a admitir la existencia de focos de la peligrosa enfermedad, actitud que durante mucho tiempo limitó la capacidad y movilidad de las autoridades de salud y los poderes locales, y que llegó a su paroxismo cuando el Dr. Dersy Mendoza —entonces presidente del ilegal Colegio Médico Independiente de Santiago de Cuba— fue condenado a ocho años de prisión por informar de manera documentada sobre los brotes de dengue que azotaron a aquella provincia en 1997.

Más allá de la anécdota lamentable, es preocupante que en la tradicional dinámica de no asumir responsabilidades ni reconocer acciones pasadas —cosa siempre errónea— el alto liderazgo emprenda una campaña sin rendir cuentas por la cerrazón informativa que ha ocultado la epidemia con fatales consecuencias, ni por la desidia administrativa que condenó a La Habana a la degradación higiénico-epidemiológica.

Los cientos de metros cúbicos de desechos sólidos movidos en estos días y las enormes y antihigiénicas concentraciones líquidas diseminadas por toda la capital, muestran que a pesar de los avances del Sistema de Salud la nación es víctima no sólo de una preocupante indefensión higiénico-epidemiológica, sino de la parálisis extrema de las estructuras administrativas y de salubridad, las cuales deben supeditar su accionar a los designios del poder supremo.

Pero por estos días lo que más se preguntan los habaneros, presa de temor creciente, es si cuando el alto liderazgo dé por ganada la "batalla" y decida —de seguro con gran fanfarria— retirar tropas y medios, volverán a sufrir "eso que anda": el peligroso silencio informativo y la inmovilidad social e institucional que los hace vulnerables a nuevas epidemias.


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