Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Opinión
Retóricas de doble filo

Contrasentido y semántica revolucionaria: ¿A quién le hacemos un favor cuando nos referimos a la 'oposición ilegal, pero tolerada'?
por ALEXIS ROMAY, Nueva York Parte 2 / 2

Otro compatriota —en los arrabales de Nueva York— se autodefine como miembro de la diáspora. Poesía pura. "Diáspora" es un término que, originalmente, calificaba a las comunidades judías asentadas fuera de su tierra de origen. Claro que la práctica ha hecho de ésta una voz aplicable a otras poblaciones. Pero quien alucinó tiburones, meses después de abandonar la balsa que lo dejó en tierra prometida; quien requiere de un "permiso de entrada" —otro de los tantos eufemismos repetidos constantemente— para visitar su patria; quien no pudo cartearse durante décadas con su familia producto de la férrea censura del Gobierno cubano, ¿califica como miembro de la diáspora? Hay sus notables diferencias: los verdaderos miembros de la diáspora visitan Israel siempre y cuando les viene en gana.

Otros conciudadanos rebasan los límites de la originalidad, denominándose integrantes de la "migración económica". Los emigrantes económicos se distinguen por el hecho de que van de vacaciones a la Isla. Éstos, por demás, seres que han perdido su conciencia histórica (o la escasa memoria), al colocarse en el recientemente inventado nicho de la "migración económica cubana" quizá lo hacen con una mezcla de miedo —ante el inminente chantaje con la negativa del "permiso de entrada"—, negación —se hacen un favor: se evitan tener que cuestionar sus principios (a diferencia de quienes critican la "cochina dictadura", pero no hay oficial de aduana que les impida visitar Varadero agosto tras agosto)—, y automatismo y vagancia —las palabras están ahí: "migración económica". ¿Qué necesidad tienen de andarse complicando la vida?—.

De vuelta al tema: no es noticia para ninguno de nosotros que la oposición en Cuba es ilegal. Tal es su ilegalidad que ni siquiera es reconocida. Le pasa lo que frecuentemente a una prima mongólica, a un hijo maricón o a un pariente negro: no existe. Cuando los voceros del Gobierno no tienen otro remedio que admitir un mínimo de descontento en el pueblo, en esos casos... tampoco hay oposición. Hay grupúsculos apátridas. Grupúsculos y apátridas. Les encantan las esdrújulas.

Con periodicidad asombrosa, los disidentes en Cuba son golpeados, perseguidos, encarcelados, escupidos, apestados, despedidos de sus centros de trabajo, vilipendiados, ofendidos a plena luz del día en sus casas y vecindarios, amenazados telefónicamente a cualquier hora propicia de la madrugada... ¿y algún alquimista nuestro tuvo la singular idea de llamarles miembros de la "oposición ilegal, pero tolerada"? ¿Qué diccionario usó? Y los que, desde entonces, han repetido la frase, ¿tienen noción de lo que escriben? ¿A qué llaman "tolerancia"? ¿Al hecho de que a los opositores todavía no los matan públicamente?

El diario Granma —Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba: coro triste, aburrido y uniforme— no pierde su tiempo en sutilezas. Para la prensa oficialista (en sus versiones plana, radial y televisiva), los enemigos internos del Gobierno aún no se han ganado el título de disidentes u opositores. Oposición y disidencia son locuciones demasiado complicadas para un país donde más del noventa por ciento de su población vota —¡a favor del único partido!— en las urnas electorales. Los contrarios al sistema tienen disímiles calificativos, conocidos por todos y cada uno de nosotros: escoria, vendepatrias, traidores, espías pagados por la CIA o, en su defecto, la mafia cubano-americana —otra manipulación del idioma—, Freedom House o cualquier entidad defensora de los derechos humanos, de moda en el momento.

Estos hombres y mujeres que han erigido pedestales con el miedo propio y se han levantado a protestar en contra de lo que el resto del pueblo corea a regañadientes, ocupan un peldaño incierto en la pirámide social cubana. Mirados con recelo por una parte del exilio, humillados por el Gobierno y evitados por muchos de sus coterráneos, los disidentes, a pesar de su ilegalidad y el halo de intolerancia que los cubre, subsisten gracias a una fe ciega y una convicción inquebrantable. Ya es hora de aceptarlo: disentir en Cuba es ilegal y no tolerado.

En su discurso en la Universidad Internacional de la Florida, al referirse a la lexicología comunista, Vaclav Havel, presidente de la República Checa, señaló que "es un lenguaje lleno de señuelos, esquemas ideológicos, flores retóricas y estereotipos idiomáticos; un lenguaje capaz, por una parte, de maravillar enormemente a las personas que no hayan descubierto su falsedad o a las que no hayan tenido que vivir en ese mundo manipulado por ese lenguaje, y, al mismo tiempo, un lenguaje capaz de despertar en otras personas el miedo y el terror, obligándolas a disimular permanentemente".

Arte, kárate y ahorro de energía eléctrica. No hay que olvidar que el contrasentido también es un arma de lucha de la revolución decrépita. Siendo ésta una verdad de Perogrullo, ¿a quién le hacemos un favor cuando nos referimos a la "oposición ilegal, pero tolerada"?

Salto a cont. Volver: Inicio »
1   Inicio
2   Otro compatriota...

Imprimir Imprimir Enviar Enviar

En esta sección

La cultura del poder
DENNYS MATOS, Madrid
El momento y su respuesta
ARTURO LOPEZ LEVY, Nueva York
¿Dónde está el poder?
ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana
Las penas que no lo matan
CéSAR MENéNDEZ PRYCE, Madrid
Para el día después
ENRIQUE COLLAZO, Madrid
Entre Martí y Darío: Más allá de las guillotinas
ARTURO LOPEZ LEVY, Nueva York
Todos unidos: todos
CéSAR MENéNDEZ PRYCE, Madrid
NOTICIERO
SOCIEDAD
ECONOMÍA
CULTURA
INTERNACIONAL
DEPORTE
MÚSICA
OPINIÓN
DESDE...
ENLACES
Chat
ENTREVISTA
Cartas
BUSCADOR
Galeria
Mini
EDICIONES
» Actual
« Anterior
Seleccionar
D:  
M:  
A:  
   
Voto
 
 
PORTADA ACTUAL NOSOTROS CONTACTO DERECHOS SUBIR
 
© 1996-2003 Asoc. Encuentro de la Cultura Cubana.