Viernes, 13 diciembre 2002 Año III. Edición 515 IMAGENES PORTADA
Opinión
Gigantismo institucional

Según el Gobierno, en enero se elegirá a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Pero 'elegir' parece un eufemismo en la Cuba de hoy.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa  
Diezmero
Desalojados de las Alturas del Diezmero. ¿Qué hacen los
diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular?

Según Fidel Castro y sus seguidores, los cubanos van a las urnas el próximo 19 de enero para "elegir" a los nuevos diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) y demostrar cómo funciona el sistema más democrático del mundo.

Elegir es un eufemismo, ya que sólo habrá un candidato para cada uno de los 601 puestos de diputados y el 50 por ciento de ellos fueron seleccionados por un Comité Nacional de candidaturas. O sea, no es sorprendente que se repitan los mismos nombres legislatura tras legislatura.

Pero lo que resulta extravagante en todo este proceso es la cantidad de diputados para el parlamento en un país que cuenta con poco más de 11 millones de habitantes.

Por ejemplo, en Brasil fueron electos en las recientes elecciones 512 personas para la Cámara de Diputados, y 54 para el Senado. La suma total es de 566 legisladores en una nación con más de 170 millones de habitantes.

En Rusia, la Duma del Estado (Parlamento) cuenta con 450 diputados, en un país poblado por 145 millones de almas.

En Portugal, país que tiene una cantidad de habitantes similar a la de Cuba, existen 230 diputados de la Asamblea de la República (Parlamento).

¿Por qué las exageraciones de La Habana?

Evidentemente, es característico del sistema cubano crear organismos excesivamente poblados. En realidad, el Líder Máximo sólo cuenta con ellos como foro de adorno o marco adecuado para sus largas y repetitivas intervenciones públicas. Es de sobra conocido que, en más de un cuarto de siglo, en las reuniones del llamado Parlamento ni siquiera se ha producido un voto de abstención. Todas las propuestas han sido aprobadas por unanimidad.

Se cumple el ritual de dos reuniones por año, con una duración de dos o tres días cada una, en las cuales lo más importante es la participación de Fidel Castro.

Claro que por lo menos en este aspecto los cubanos son informados de que se reúne el "poder legislativo", porque nunca nadie conoce cuándo se dan cita los miembros del Comité Central del Partido, o del Consejo de Ministros.

Si alguna decisión ha sido adoptada por estos dos organismos, los cubanos de a pie se enteran por breves notas aparecidas en el diario Granma.

Por cierto, el gigantismo de los aparatos de dirección también se aprecia claramente en las entidades políticas.

En la República Popular China, con 1200 millones de habitantes, el Buró Político del Partido Comunista tiene tantos miembros como en Cuba, cuando la población china es cien veces superior.

La Asamblea Nacional (Parlamento) de China cuenta con 2979 diputados, o sea, cinco veces más que el legislativo cubano, cifra que resulta insignificante si se toma en consideración la diferencia demográfica.

Lo que sucede es que en casi todos estos países los parlamentos, en realidad, tienen el trabajo concreto de discutir las leyes y fiscalizar el poder del Estado, lo que no sucede en la mayor de las Antillas.

Hasta en la Asamblea Nacional de China, a pesar de que allí también existe un partido único, se han realizado votaciones en las cuales a veces han sido aprobadas las propuestas del Gobierno por una simple mayoría, y después de agitadas discusiones.

Tanto la Duma de Rusia, como la Cámara de Diputados de Brasil, son instituciones que funcionan a tiempo completo y, aunque esté muy centralizado el poder presidencial (como es el caso de Putin, en Rusia), éste debe tomar en cuenta la opinión de los legisladores.

Según la definición del Diccionario de la Lengua Española, gigantismo es el "trastorno del crecimiento caracterizado por un desarrollo excesivo del organismo". En el caso del régimen cubano, el desarrollo excesivo de todos estos organismos del Estado y del Partido Comunista forman parte de una política calculada, para hacer creer a algunos incautos que son importantes y representan algo en una sociedad donde prima el poder unipersonal.

En una reciente entrevista con la periodista norteamericana Bárbara Walters, resultó grotesca la respuesta de Castro a la pregunta de cómo sería tratada la recogida de firmas para el Proyecto Varela. En esa ocasión, el gobernante dijo que de seguro el asunto estaba siendo tratado "muy seriamente" por alguna comisión del Parlamento... como también sucede en Estados Unidos. Lo sorprendente es que la entrevistadora se dejara tomar el pelo tan fácilmente.

El sainete de las "elecciones" del 19 de enero se reduce a la fórmula ya bien conocida: más de lo mismo.


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