Miércoles, 13 noviembre 2002 Año III. Edición 493 IMAGENES PORTADA
Opinión
Empezar de cero

Tras el paso de dos huracanes: Naturaleza, arquitectura y revolución.
por MANUEL CUESTA MORúA, La Habana  
La Habana
La Habana. Hasta nuevo aviso
(Rosvita Rauch)

Se fueron Isidore y Lili, dos de los tantos meteoros otoñales que la naturaleza arroja anualmente sobre las islas del Caribe. Quedó la devastación en territorio cubano y la desesperanza de todos, de los que sufrieron directamente sus consecuencias y de los candidatos a sufrirlas en los ciclones por venir. No hay que hacer la crónica de los despojos cuando la información de sus consecuencias, la real y la edulcorada, es harto conocida en el mundo.

Algunos en Cuba esperaban, sin embargo, que las condiciones meteorológicas les permitieran arrimarse al lugar de los hechos, en jerga policial. Lo hicieron y lo visto es triste. No por la fuerza destructora de los elementos, sino por la desnudez de una miseria estructural endémica, expuesta en carne viva.

La visita concita una reflexión acerca del vínculo entre revolución, arquitectura y naturaleza.

En mis tiempos de becario en el campo, algunos campesinos criticaban la nueva arquitectura agrícola a propósito de la siembra del plátano. Su razonamiento era más o menos el siguiente: Cuba no es el lugar apropiado para el cultivo del banano por su condición de isla estrecha, alargada y siempre expuesta a la fuerza de los huracanes. El soplo del viento a sólo 90 kilómetros por hora es la garantía más segura de que toda las plantaciones del producto pasarán a mejor vida. Por eso los norteamericanos, otrora dueños de una buena parte de nuestra tierra cultivable, nunca imaginaron convertirnos en una bananera a lo Guatemala. Tendrían siempre que empezar de cero, lo que no es propio de su naturaleza pragmática.

Pues bien. Al mismo punto de partida, al cero, remite la arquitectura revolucionaria, sea en la agricultura o en las obras civiles de diversa funcionalidad. Como si a las revoluciones, que nacen del subdesarrollo de la polis, les fuera propia la precariedad de sus obras para justificar y alimentar el principal vehículo de su sostén: el entusiasmo sacrificial de levantar una y otra vez la misma arquitectura, para lo cual bienvenida sea la naturaleza en toda su potencia destructora.

Esta regla de oro tiene su excepción confirmativa: la arquitectura ritual. Las revoluciones construyen sus monumentos conmemorativos con la solidez de las rocas..., que no son calizas. La llamada plaza antiimperialista José Martí, frente a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, y el monumento a Ernesto Guevara en Santa Clara, hacen la envidia de los pinareños que visité. Están hechos para que resistan el paso del tiempo y de los tiempos.

¿Por qué? Porque las revoluciones se protegen de la naturaleza en sus símbolos y no en sus obras sociales. De ahí que la inversión ritual sea más importante que la inversión social.

Observé la precariedad en las viviendas de muchos guajiros. Recuerdan aquellas de las que eran desalojados en otros tiempos por la guardia rural. Bastaría una pequeña inversión para que ellos, los de menor suerte —porque los hay que levantan búnkeres con la desinteresada ayuda de sus parientes de outre me—, puedan construir viviendas confortables, que resistan los embates de la naturaleza. Pero no: la polis moderna, de concreto o maderas preciosas, de calles asfaltadas y adecuado alumbrado público, de servicios a la carta y transporte asegurado, de muchas salidas y desagüe higiénico, la que ofrece seguridad a sus habitantes, es un proyecto subsidiario de la revolución.

La conservación de la urbe rural o urbana, que existía desde otros tiempos, está sólo asegurada por su calidad constructiva. La Habana Vieja ha resistido porque es bien vieja. Pero allí donde las viviendas deben ser levantadas, es mejor ir tirando con lo que se tiene. La defensa civil se encargará de proteger las vidas que la naturaleza anualmente destruye, y nosotros podremos decir todos los años, con la revolución, "¡Ahora sí vamos a construir nuestras viviendas!". Hasta nuevo aviso.


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