| La nación y sus derechos |
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| En torno a la 'Carta de derechos y deberes fundamentales de los cubanos', que promueve la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada. |
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| por BYRON MIGUEL, Miami |
Parte 1 / 2 |
La disidencia cubana ha elaborado un nuevo plan de concienciación cívica. No se trata esta vez de recoger firmas para promover reformas dentro del marco jurídico del sistema, sino de algo potencialmente más corrosivo: los Derechos Humanos.
La aparición de la Carta de derechos y deberes fundamentales de los cubanos nos lleva a reflexionar sobre un tema de verdadera trascendencia. En la presentación del anteproyecto los autores han querido dar a conocer estos derechos "para abrir un debate entre el mayor número de cubanos dentro y fuera de la Isla con la esperanza de que, una vez que la Carta alcance el mayor grado de conocimiento público posible y haya sido enriquecida en la discusión, se inicie un proceso con el objetivo de que cada firmante la asuma, en forma pública, como su propia Carta Ciudadana de Derechos y Deberes".
El origen de los derechos humanos no es algo que pueda trazarse con claridad y exactitud. Tiene raíces religiosas tan antiguas como los libros sagrados del hinduismo. Todas las grandes religiones han predicado durante siglos la igualdad y la hermandad entre los hombres. Filósofos antiguos y medievales elaboraron doctrinas como la de los derechos naturales, que hicieron posible la Declaración de Derechos de 1689 en Inglaterra y la consecución de los fueros en España; con esto se consiguió limitar la autoridad del monarca, destacando que el hombre estaba dotado de derechos naturales que el "derecho divino" de los reyes no podía desconocer.
Posteriormente, se perfilan con más precisión los antecedentes. La Declaración de Independencia de los EE UU proclama que "todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Con la Revolución Francesa aparece la famosa declaración de Los derechos del hombre y del ciudadano, en cuyo preámbulo se lee: "Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre". Comienza así la lucha por los derechos políticos y civiles, como la libre expresión del pensamiento, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, etcétera.
Después de estas históricas declaraciones, habrá que esperar al fin de la Segunda Guerra Mundial para que se vean de nuevo avances significativos en el tema de los derechos humanos; en esta ocasión el debate se vio enriquecido con el aporte de diferentes líneas de pensamiento, entre ellas la del socialismo democrático, que desde el siglo anterior había venido abogando por los derechos económicos, sociales y culturales del hombre. Aspiraciones tales como que toda persona tiene derecho a la protección contra el desempleo, así como el derecho de los padres a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos, habían ido adquiriendo categoría de derechos.
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