Miércoles, 31 julio 2002 Año III. Edición 421 IMAGENES PORTADA
Opinión
¿De Groucho o de Karl?

Gatos encausados, estatuas bovinas, perros contrarrevolucionarios... ¿de cuál de los dos Marx está más cerca nuestra historia política?
por EMILIO ICHIKAWA MORIN, Nueva York Parte 1 / 2
No van lejos...

La creencia de que la sociedad es un todo orgánico suele encontrarse en el trasfondo de las teorías generales, mientras que los enfoques factorialistas tienden a localizarse en las particulares.

Desde el punto de vista de su eficacia epistémica, es posible afirmar que la capacidad explicativa de las teorías generales es directamente proporcional a la magnitud histórica con que trabajan. Es así como el marxismo y el weberismo, por ejemplo, son útiles para explicar procesos tan densos como la acumulación originaria del capital o el establecimiento de la modernidad. Esa eficacia explicativa, sin embargo, se reduce cuando tratamos de vislumbrar el celo de un caudillo o la pasión de una reina.

También disminuye cuando se las pone a funcionar en contextos descentrados de los núcleos de gravedad social de las culturas historicistas de la civilización occidental; es esto lo que explica algunos fracasos del marxismo en la reelaboración intelectual de la China clásica o de América Latina.

Esta crisis, por supuesto, aplica para los intentos de explicación "universalista" de la historia cubana, donde sería más recomendable un análisis en términos psicológicos y analíticos. Ya lo había observado José Martí en sus Cuadernos de apuntes, cuando consideraba la historiografía latina, particularmente el tacitismo, y proponía atender más a las pasiones de los dictadores que a las fuerzas trascendentales de lo histórico.

En el caso cubano, la filosofía de la historia conduce al psicoanálisis y a la psicología de lo social, igual que el tratado al ensayo, y éste a la novela. Mientras, por la parte divulgativa, tenemos que el elenco pedagógico desemboca en el periodismo.

Más que misiones dictadas por los dioses (de donde se descarta una teología) o el empuje de fuerzas productivas; más que la fe, el juicio científico o el invento tecnológico, es el sentimiento quien mueve la historia cubana. De ahí que estemos más cerca de Hume que de Kant, de Freud que de Marx, y que la historia clínica de nuestros agentes históricos sea de mayor interés que sus programas políticos.

El pensador francés Michel Foucault abrió dos campos de estudio muy importantes para nuestra auto-comprensión cultural: el de la sexualidad y el de la locura, que no son tampoco ámbitos indiferentes.

Respecto a este segundo tópico, vale decir que tanto el pasado cubano como la historia reciente están plagados de insólitos expedientes. La lista de posesos, suicidas y lunáticos de nuestra política es muy elocuente; de ahí el ingrediente infantil y humorístico que encontramos en tantos episodios nacionales. Aún los eventos más solemnes de la historia criolla, como son los relacionados con la muerte, incluyen siempre una nota de relajo, choteo y chapucería que quiebra su carácter trágico y les inclinan hacia las fronteras de lo cómico.

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