Lunes, 15 julio 2002 Año III. Edición 409 IMAGENES PORTADA
Opinión
A la busca del equilibrio

Por los siglos de los siglos, el socialismo cubano será intocable, o irrevocable, o intangible... tan excepcional circunstancia amerita algunas reflexiones.
por JORGE LLANO, Uppsala Parte 1 / 3
Serpientes

En 1989, a propósito del fin de la guerra fría, Francis Fukuyama proclamaba en su controvertido ensayo The end of history? el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como forma final de gobierno humano. De manera análoga, el Gobierno de Fidel Castro, en su reforma constitucional que declara el socialismo "irrevocable", pretende declarar el marxismo como el fin de la evolución ideológica de la nación cubana: non plus ultra. Pero intentar perpetuar el liberalismo, el marxismo o cualquier otra ideología es contrario a la razón, al pensamiento científico y al desarrollo natural de la humanidad y de las naciones. Una concepción socioeconómica completamente liberal o totalmente marxista no garantiza el desarrollo de una sociedad moderna sana que cubra las necesidades de todos sus miembros.

¿Por qué ni el liberalismo ni el marxismo pueden perpetuarse como ideologías? Ambas teorías se quedan a mitad del camino en el contexto de la modernidad. La teoría económica del socialismo hace énfasis en garantizar justicia social, pero fracasa en términos de competencia y desarrollo económicos; mientras que la teoría económica del capitalismo es bastante buena en términos de competitividad, pero ineficaz en garantizar justicia social. Tanto la idea del estado omnipresente que decide y controla todos los aspectos de la vida económica, política y social, como la idea de dejar el desarrollo social a expensas de los caprichos del mercado, han fracasado electoral y estructuralmente. La "Tercera Vía" es una sociedad incluyente, donde no se acepta el crecimiento de las desigualdades económicas y donde, a la vez, se reconoce que el Estado tiene un papel activo, limitado y regulador en la economía de mercado. El modelo de esta sociedad posible tiene su germen en la experiencia práctica de las socialdemocracias europeas.

Anthony Giddens, director del London School of Economics, ha expresado que el reto actual de las ciencias sociales es desarrollar nuevas teorías que expliquen una sociedad competitiva en la economía de mercado globalizado, y que a la vez tengan en cuenta las normas de solidaridad e igualdad. Una forma nueva de filosofía política debe tomar muy en cuenta la realidad histórica de este momento: que la globalización es un hecho consumado —con la aparente reducción de las distancias en espacio y tiempo—, que la complejidad de las sociedades aumenta —en estructura y relaciones sociales—, que están surgiendo nuevas formas de gobierno por encima del estado nacional —la Unión Europea, por ejemplo—, que los cambios tecnológicos son más acelerados que nunca antes —Internet, informática, clonación, genoma humano, ingeniería genética, nuevos materiales—, que se avecina una sociedad basada en el conocimiento, que la vida individual y los valores éticos tradicionales comienzan a transformarse en muchos aspectos —posibilidad de modificar genéticamente o de clonar animales y seres humanos, eutanasia, criónica, mayor comunicación intercultural, reconocimiento legal de los derechos de las mujeres, los homosexuales, las minorías étnicas; debilitamiento de las tradiciones a favor de la elección de proyectos individuales de vida, ¡y hasta sexo virtual!—. La realidad de que estamos viviendo entre el fin de la modernidad y los albores de la posmodernidad hace que las viejas teorías socioeconómicas no se ajusten a la experiencia práctica y sean hoy, en buena medida, obsoletas.

El liberalismo se basa en la premisa de que cada persona es un individuo y cada individuo tiene derechos. Como posición política, ha servido para defender a los individuos del abuso de autoridad. El valor central del liberalismo es la libertad. Todas las libertades no son igualmente importantes; los principales valores liberales consideran fundamentales las libertades de asociación, de expresión y de culto. No obstante, los liberales estiman que la sociedad se regula a sí misma cuando se elimina la influencia del Estado, que en téminos económicos trae las conocidas consecuencias de distribución no equitativa de la riqueza.

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