| La violencia a debate |
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| El 'Crimen de las Ocho Vías': ¿un producto de la falta de libertades y derechos que padece la nación? |
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| por DIMAS CASTELLANOS, La Habana |
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La violencia, tema recurrente, fue objeto de análisis el pasado viernes 22 de febrero en la Casa Laical de La Habana Vieja, durante el lanzamiento del último número de la revista Espacios. La licenciada Lázara Castellanos, autora de La violencia, ¿Qué funciona mal?, artículo aparecido en la mencionada publicación, impartió una documentada conferencia, seguida de un rico y dinámico intercambio de ideas ante más de un centenar de oyentes.
La importancia y el interés despertado por la discusión, más la posterior lectura del artículo, permiten exponer ciertas consideraciones alrededor del tema de marras: ¿Cuál es el origen de la violencia? ¿Qué relación guarda con la frustración? ¿Puede suprimirse con la cultura y/o la democracia?
La violencia es un acto agresivo ejercido por individuos, grupos o instituciones contra sí mismos o contra otros individuos, animales, plantas o cosas; por su forma puede ser verbal, psíquica, física o una combinación de lo anterior; por su escenario puede ser doméstica o pública, nacional o internacional; por su magnitud abarcar desde los modos más elementales, en el hogar, hasta los más tenebrosos actos de terrorismo.
La experiencia ha demostrado fehacientemente que la represión de ciertas conductas agresivas es, por medio de normas jurídicas, insuficiente, y por el empleo de una violencia superior, contraproducente; como norma, ello tiende a reproducir lo que pretende evitar. En este sentido la autora ponente destacó el relevante rol de fomentar una cultura y una filosofía de la no violencia, la cual podría definirse como una filosofía del Amor. En el Nuevo Testamento, la primera Epístola de Pablo dirigida a los corintios contiene un valioso fundamento del amor que sintetizado se puede expresar más o menos así: Si no tengo amor nada soy. El amor es sufrido, es benigno, no contiene envidia, no se jacta, no se envanece... El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
La existencia y el desarrollo de cualquier sociedad resulta inconcebible sin una dirección eficaz, pero ella debe posibilitar la participación como medio de realización de las potencialidades individuales y sociales. En ese sentido, la democracia deviene mecanismo de canalización y neutralización de las tendencias violentas, muchas de las cuales son producidas por la imperfección social de la obra humana.
El fomento de una cultura de la no violencia en Cuba se justifica mucho más ante la falta de libertades y derechos civiles y políticos que padece la nación, por la herencia de la familia patriarcal y, principalmente, por la presencia de lo violento a lo largo de nuestra Historia: algo que manifestaron los colonizadores, la oligarquía criolla, los piratas y corsarios, los cubanos y españoles durante las guerras de independencia, las guerras civiles y el gangsterismo durante la República, la lucha insurreccional y el terrorismo, la participación en actividades bélicas en otras regiones del mundo, el uso y abuso de la violencia verbal hacia otros Estados, etcétera.
Ni el silencio ni la huida son soluciones a la violencia; se requiere de espacios para debatir el problema sin sensacionalismos publicitarios. La necesidad de profundizar en el tema y de realizar estudios multidisciplinarios es innegable, como innegable es lo mucho que podemos hacer con lo que se conoce. Transcurrida más de una hora del aleccionador encuentro, el debate de la Casa Laical quedó cerrado con las palabras del licenciado y teólogo Félix Sautié: "Más que reprimir la violencia, hay que enseñar a vivir en libertad". Es decir, educar en la tolerancia, en el respeto a la diferencia y en el amor al otro.
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