Presente el flagelo de la tuberculosis |
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por AMANDA VILLARREAL, La Habana |
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Languidece la masiva campaña que recientemente se desarrolló contra el mosquito Aedes Aegiptis, agente transmisor del Dengue y la Fiebre Amarilla. Los medios de prensa oficialistas informan que la "batida" contra el mosquito fue victoriosa y no existen razones en la actualidad para que la epidemia se transmita. Sin embargo, la Tuberculosis, erradicada en la Isla durante la década del 60, comienza a manifestarse, según el pronóstico de médicos y especialistas en la materia.
Segunda causa de muerte en el mundo —con más de 8 millones de infectados en el 2001— y que ataca a los sectores más pobres y mal nutridos de la población, la Tuberculosis es una enfermedad infecciosa aguda que puede afectar huesos, articulaciones, ganglios linfáticos, pulmones, riñones, vejiga, intestinos, ojos, oídos y cuerdas vocales. En realidad, cualquier órgano del cuerpo humano es factible de ser atacado por el Bacilo de Koch y se hace transmisible de una persona a otra mediante vasijas u objetos infectados por falta de higiene.
Esta patología está presente entre la población, sobre todo en niños y adolescentes, como los casos existentes en el reparto Los Pinos del municipio Arroyo Naranjo, donde una niña de 12 años y un varoncito de 14 la padecen en caderas y ganglios, respectivamente.
En Centro Habana una puérpera y un adolescente de 13 años la tienen en el pulmón con alto índice de contagio. En el municipio 10 de Octubre, un joven de 15 años está aquejado de Tuberculosis ósea, y en Playa, otra puérpera la padece en los pulmones con peligro para el recién nacido.
El régimen, en reuniones sostenidas con los médicos y enfermeras de familia, tratan de inculparlos alegando un índice bajo de pacientes visitados, sin declarar que la enfermedad comienza a hacer sus estragos por la falta de salubridad e higiene ambiental, sumado al descontrol durante los últimos 10 años y la mala alimentación.
Los tiempos difíciles, el trabajo, el esfuerzo excesivo, la disipación, el desánimo, la desnutrición y otras cargas semejantes son aliados formidables de este germen, lo cual propicia que el organismo se contagie.
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