América Latina: Significativo cambio en relaciones políticas con La Habana |
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AFP/ Siete gobiernos latinoamericanos, en una inédita posición común, aprobaron la semana pasada una resolución en la ONU que exhorta al régimen a mejorar los derechos cívicos y políticos de sus ciudadanos, dando un significativo giro a la política exterior regional frente al régimen.
Dejando de lado un tradicional abstencionismo sobre el tema, Chile, México y Perú, se sumaron a Argentina, Costa Rica, Guatemala y Uruguay, al votar en bloque en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, una propuesta que insta al régimen de Fidel Castro a revisar su política interna.
La resolución evitó condenar al régimen y se limitó a exhortarlo a "realizar progresos en el campo de los Derechos Humanos, civiles y políticos", similares a los logrados en el ámbito social "pese a un entorno internacional adverso", en una alusión al embargo económico que Washington aplica al régimen.
Pero La Habana respondió de inmediato con furibundas críticas a esos gobiernos, a los cuales calificó de "genuflexos" y "serviles" a los intereses de Estados Unidos, país al que acusó de ser autor intelectual de esa moción.
Diplomáticos de la región acreditados en la Isla admitieron que no es descabellado pensar que Washington presionó en América Latina para obtener una resolución sobre La Habana en la ONU, pero estimaron que la réplica cubana no tuvo en cuenta los notables cambios operados en el subcontinente en la última década.
Muy atrás quedaron los resabios de la Guerra Fría, donde las posiciones se polarizaban entre La Habana y Washington, y obligaban a los países de la región a moverse con cautela y buscar posiciones neutrales, recordaron esos diplomáticos.
Un claro ejemplo de ello fue la creación en 1983 del llamado Grupo de Contadora, que integrado por Colombia, México, Panamá y Venezuela, buscó respuestas conciliadoras para detener las guerras civiles en Centroamérica y dio cabida al régimen en sus deliberaciones.
La fundación en 1985 del Grupo de Apoyo a Contadora, formado por Argentina, Brasil, Perú y Uruguay, fue entendida también como una mano tendida a La Habana, al conformarse un organismo de deliberaciones latinoamericano que dejaba al margen a Estados Unidos, cuya influencia en la OEA condujo a la marginación cubana.
Pero el régimen de Castro se mantuvo inflexible en sus posiciones de principios y no aceptó condiciones para reintegrarse al seno de la comunidad latinoamericana.
En 1991, fue México quien hizo una nueva tentativa de acercamiento a La Habana, cuando el presidente Carlos Salinas invitó a Fidel Castro a sumarse a la iniciativa de las Cumbres Iberoamericanas, dando al régimen la oportunidad de hacer oír su voz en el concierto regional.
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