Uruguay mantendrá relaciones consulares con el régimen |
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AFP/ Montevideo. La cancillería uruguaya analiza mecanismos para mantener las relaciones consulares con La Habana tras la ruptura diplomática dispuesta el martes pasado por el presidente Jorge Batlle, a consecuencia del "tono de los agravios", proferidos contra el país por Fidel Castro.
La información, publicada este sábado por el diario El País, indica que la instrumentación de estas acciones está a consideración del ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, aunque no proporcionó detalles.
El presidente Batlle, había anticipado horas antes que Uruguay no le va "a pedir a ningún otro país que se ocupe de nuestras cosas, para nada".
"El aspecto técnico de todo este sistema que no entiendo, no sé cómo se hace, lo maneja la Cancillería", añadió el mandatario, quien precisó que "yo simplemente digo la expresión política de la situación, en medio de una circunstancia que me pareció no podía ser pasada por alto".
La ruptura diplomática del Gobierno uruguayo obedeció a que Castro llamó a Batlle de "abyecto Judas", por liderar en Naciones Unidas una resolución que reconoce el avance de los derechos sociales en la Isla y le pide avanzar igualmente en los campos político y civil, a la vez que invita a La Habana a permitir que la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Mary Robinson, colaborase en esas metas.
Los eslabones que conforman la relación entre los Estados son el diplomático, el consular y el comercial.
Ante la voluntad del Gobierno uruguayo de mantener el vínculo consular con La Habana y que las relaciones comerciales pueden continuar sin cambio, porque según lo expresó el vicecanciller uruguayo Guillermo Valles, se cumple "entre privados", la ruptura de relaciones entre ambos gobiernos se centrará en el terreno diplomático.
Como primer paso, Enrique Estrázulas, jefe de la misión uruguaya en la Isla, "cesó definitivamente" su labor en La Habana por decisión de la Cancillería de Uruguay, la que —el miércoles 24— declaró "persona no grata" al embajador cubano en Montevideo, José Álvarez Portela, a quien le dio "un plazo razonable" para abandonar el país.
Valles definió ese día la ruptura diplomática como "la inexistencia de vínculos oficiales formales entre los Estados", precisando que se trata de un proceso, en este caso "irreversible", en el que apenas se dio el primer paso.
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