Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Semblanzas
Música, humor y sorpresas

Catorce años de vigencia es algo que pocas agrupaciones consiguen. Los Lecuona Cuban Boys lo lograron entre 1932 y 1946.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid Parte 2 / 2

Su repertorio tenía dos orígenes mayoritarios: las obras de los creadores del teatro musical cubano (especialmente Lecuona, aunque hay mucho de Grenet) y composiciones de los propios miembros de la orquesta, sobre todo de Armando Oréfiche, su director, y de Ernesto Vázquez. La materia prima que utilizaban no podía ser más diversa (eso ya está demostrado), con lo cual no hacían otra cosa que continuar una cubanísima tradición que está presente en la canción trovadoresca, en el teatro musical, en el danzón y en el son, y que continuaría sus andanzas en años posteriores, como puede comprobarse, por ejemplo, en el cha cha chá. Aunque en muchas de las piezas que interpretaban, como en Por ti (Bruguera), los arreglos eran convencionales y tenían demasiado del Tin Pan Alley, en otras, como en la Ojos negros ya mencionada, lograban tours de forces muy interesantes. Por ejemplo, en La conga de La Habana (Vázquez) comienzan con una trompeta que recuerda mucho las formas introducidas por Lázaro Herrera en el Septeto Nacional (y que devendrían en una convención del son), para terminar en una conga de salón, con fuerte presencia de percusión cubana. Muchas veces puede escucharse el piano de Oréfiche, realizando a fondo un trabajo sumamente eficiente, en el que están presente Saumell y Cervantes.

La creación de este orbe musical no fue de un día para otro. Durante años, su director luchó por establecer un producto que incluyera espectáculo (vestían uniformes inspirados en las comparsas habaneras), humor y sorpresas, siempre desde una concepción muy profesional que incluía no exigir en los arreglos más que aquello que los intérpretes podían realizar con calidad, sobre todo teniendo en cuenta que no se trataba de virtuosos.

Entre 1932 y 1934 realizaron constantes giras por media Europa y, siempre según Ayala, en 1938 ya habían acumulado 67 grabaciones, realizadas entre París y Londres. Regresan a La Habana al estallar la Segunda Guerra Mundial, donde también graban. Pero se trataba de música cubana concebida especialmente para la exportación, así que hacen nuevamente las maletas y recorren Suramérica, primero, y los Estados Unidos después.

En 1946, tras participar en la película Carnaval en Costa Rica, de la Fox, con música de Ernesto Lecuona, los hermanos Oréfiche abandonan a los Lecuona Cuban Boys, por contradicciones respecto a la dirección, probablemente con Vázquez, la otra personalidad destacada de la orquesta, y fundan los Havana Cuban Boys, que se desempeñó hasta 1960. Los Lecuona... continuaron una década más. Pero no eran lo mismo, ni los unos ni los otros. También los tiempos habían cambiado y otros sonidos cubanos, como el mambo o el cha cha chá, se disputaban la preferencia del público fuera de nuestras fronteras. Catorce años de vigencia plena es algo que pocas agrupaciones consiguen. Los Lecuona Cuban Boys lo lograron entre 1932 y 1946.

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