Lunes, 15 julio 2002 Año III. Edición 409 IMAGENES PORTADA
Semblanzas
Mister Babalú

Miguelito Valdés: el más reconocido cantante de bandas que dio la Cuba de la primera mitad del siglo XX.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid Parte 1 / 2
Mister Babalú

Si la Sonora Matancera es famosa, entre otras muchas cosas, por ser la agrupación cubana que grabó con más cantantes, de Miguelito Valdés podría decirse exactamente lo mismo, pero al revés: parece ser el cantante cubano que con más orquestas grabó.

La espectacularidad de la biografía de este original intérprete comienza con su propio nacimiento, alegato sin par contra la ideología racista, que suele atribuir a los genes lo que es producto de la cultura. Pues si atendemos a la herencia genética de Miguelito, nada en ella contenía al poderoso rumbero que fue. Era mestizo, pero de padre español y madre yucateca, así que su proverbial afrocubanismo fue el producto del barrio donde se crió, el célebre Cayo Hueso, con predominio de población negra y mulata, situado en el corazón de La Habana y que con Los Sitios, Belén, Jesús María, Pueblo Nuevo y Atarés, conforma el eje de las manifestaciones culturales afrocubanas del centro de la ciudad (Regla y Guanabacoa, los otros indiscutibles protagonistas, son villas aparte, con sus propias tradiciones).

Fue en ese barrio, casi equidistante de La Habana colonial y del moderno Vedado, cuna —de nacimiento o adopción— de algunos de los más famosos rumberos, como Chano Pozo o Tío Tom, rodeado por toques de santo, muñangas y eforikomones, donde Miguelito aprendió, seguramente sin percibirlo, los fuertes sabores y los decires de los negros viejos, que años más tarde se encargaría de suavizar para devolverlos a Cuba y al mundo, al convertirse en el más célebre cantante de afrocubanismos, si exceptuamos a Bola de Nieve, cuyo reconocimiento ha sido más perdurable, y a Celia Cruz, cuyo reinado puede resultar excesivo.

Aunque Mister Babalú, que así se le conocería, no nació en Cayo Hueso, sino en Belén, el 6 de septiembre de 1912. Su infancia fue, como la de tantos otros niños pobres, una constante lucha por la supervivencia que incluyó un trabajo como chapistero (reparador de carrocerías de automóviles) a los 13 años y una aventura boxística que, según Díaz Ayala, llegó a 23 combates. Según la misma fuente, en 1927, con sólo 15 años, ya formaba parte del Sexteto Habanero Juvenil, donde intercambió contrabajo, tres, guitarra y voz. Después de algunos intentos en charangas y de un viaje a Panamá como cantante de la orquesta de Lucho Azcárraga, a mediado de los años 30, se incorporaría, en 1936, como cantante de la Orquesta de los Hermanos Castro, una de las primeras y más importantes jazz band cubanas. Como puede verificarse, a los 24 años Miguelito Valdés conseguía una interesante experiencia en casi todos los grandes géneros de la música cubana y en muchos de sus formatos: rumba y liturgias afrocubanas, por su entorno; son, en el sexteto; danzón, con las charangas; y con la jazz band de los Castro, ese repertorio de estándares nacionales e internacionales que lo entrenarán para lo que sería su destino, propiciado, claro está, por su tenacidad: convertirse, a nivel internacional, en el más reconocido cantante de bandas que dio la Cuba de la primera mitad del siglo XX. Sólo Benny Moré le disputará ese cetro, ya en la década del 50.

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