Miércoles, 01 mayo 2002 Año III. Edición 356 IMAGENES PORTADA
Semblanzas
Felipe Dulzaides y la saga del jazz cubano

Sobre un músico capaz de recordar más de mil piezas y de interpretar cualquiera de ellas luego de escucharla por primera vez.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid Parte 1 / 2
Dulzaides

Nació en La Habana, en 1917, aunque la fecha exacta no la registra Helio Orovio en su Diccionario de la música cubana. A pesar de ser compositor y un muy dotado director de bandas de jazz, jamás estudió música. Leonardo Acosta afirma que ni siquiera leía partituras, aunque era capaz de recordar más de mil obras y sólo con escuchar una pieza en una ocasión podía interpretarla al piano, con desarrollo armónico incluido.

Inició su carrera profesional a finales de los 50, con un cuarteto vocal llamado Los Llópiz-Dulzaides, dedicado a la música ligera. Sus desacuerdos con la concepción musical de los Llópiz hizo que se independizara, formando otro grupo que en sus inicios simultaneaba lo vocal y lo instrumental y terminó como una jazz band con cantante. Originalmente se llamó Los Armónicos de Felipe Dulzaides, aunque con el tiempo la palabra "Armónicos" desapareció.

Durante los primeros años de la revolución, Felipe vivió un tenebroso episodio del cual prefería no hablar: cumplió dos años como preso político del castrismo. Conozco dos versiones de las causas. La primera, algo extraña, dice que se trató de un intento de salida ilegal del país, que es como se denominaba al simple hecho de tratar de abandonar el impuesto paraíso. La segunda, más insólita aún, propone que se trató de una conspiración para asesinar al propio Fidel Castro. Paquito D'Rivera en Mi vida saxual opina que fue un error relacionado con la segunda versión, lo cual explicaría la brevedad de su prisión, el hecho de que después de salir de la cárcel pudiera tocar en los mejores locales con su nueva agrupación y sus reticencias a hablar del asunto, como si hubiera habido un pacto: "Tú te olvidas del tema y nosotros te dejamos en paz".

Aunque Dulzaides no era un gran pianista y mucho menos un improvisador de altos vuelos, tenía un enorme talento para detectar a grandes músicos y cantantes, y facilitar su desarrollo. No sólo tuvo en su nómina a una intérprete de primera como Doris de la Torre, sino que protagonizó con su banda el primer disco de ese mito conocido como La Lupe y que se llamó El Diablo en el cuerpo, interesantísimo documento discográfico donde la excéntrica cantante se muestra en toda su plenitud (en la grabación de esta placa también participó Eddy Gaytán con su combo).

La lista de importantes jazzistas cubanos que pasaron por la agrupación de Dulzaides es grande, y Leonardo Acosta, en Raíces del jazz latino, ofrece una versión muy completa. Baste mencionar algunos de los más significativos. Guitarras: Kiki Villalta, Ahmed Barroso y Sergio Vitier; bajo: Armandito Zequeira, Luis Quiñones y Carlos del Puerto; batería: Tony Valdés e Ignacio Berroa; vibráfono: Armandito Romeu y Rembert Egües; percusión cubana: Changuito...

Dulzaides grabó aproximadamente una veintena de discos con una variedad musical tan enorme que puede afirmarse que el suyo fue uno de los repertorios más abarcadores de todos los tiempos, sino el mayor de todos. Bossa nova, música cubana de todo tipo, clásicos del jazz, rock y beat, música de tradición europea, comercial norteamericana y clásicos del repertorio ligero universal no agotan su variedad, aunque las placas grabadas tampoco lo muestran en toda su dimensión, mucho menos en la jazzística.

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