Lunes, 18 febrero 2002 Año III. Edición 304 IMAGENES PORTADA
Dulce cantar
Corazón inoportuno

por LáZARO MORELL  

En varias ocasiones se han mostrado en esta sección canciones en el que el yo se desdobla y los ojos, el corazón u otra porción de la persona actúan con independencia de la voluntad de su propietario. Lo curioso del ejemplo de hoy es que, simultáneamente, se le reprocha al músculo cardíaco las labores antagónicas de recuerdo (...¿para qué andar / queriéndote olvidar?) y olvido (Corazón, / ¿para qué quiere este beso brotar, / si es inútil que me abrase el amor / y es en vano que la quiera olvidar?), aunque, ya se sabe, las letras de los boleros no son precisamente un buen ejemplo de ejercicios cartesianos.

Corazón, ¿para qué? (bolero)
Armando Oréfiche

La noche, el mar,
la brisa en el palmar,
todo me habla de ti,
¿para qué andar
queriéndote olvidar?,
¿para qué, di?

Corazón,
¿para qué se dio la noche a cantar,
y suspiran los jardines en flor,
y la luna se desnuda en el mar?

Corazón,
¿para qué quiere este beso brotar,
si es inútil que me abrase el amor
y es en vano que la quiera olvidar?

Este delirio de amar,
este quebranto
y este dolor de quererla
tanto, tanto...

Corazón,
¿para qué hasta la locura la amé,
si sus ojos no me quieren mirar?

¿Para qué, mi corazón, para qué...?
Di, corazón...
corazón... ¿para qué?


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