Viernes, 11 enero 2002 Año III. Edición 278 IMAGENES PORTADA
Dulce cantar
Que acabe de pasar algo

por LáZARO MORELL  

Cuando The Beatles sacaron el Sargent Pepper, todos estabamos convencidos de que Lucy in the Sky with Diamonds era un no demasiado críptico homenaje al LSD. Años después, los protagonistas de este affaire psicodélico han aclarado, en múltiples ocaciones, que se trató de una coincidencia. Ojalá, de Silvio Rodríguez, también fue leída en clave, aunque, por supuesto, el autor niega semejante intención, negativa que parece verosímil. La clave en cuestión consistía en sustituir la imagen de la mujer que sugiere la letra por la de Fidel Castro. El sentido cambia por completo y el amor deviene en desamor. Las dobles lecturas fueron un hábito cotidiano en la Cuba que conocí y de la cual partí en 1987. Era tal la necesidad de que alguien (aparte de Él) dijera algo, que nos aferrábamos al menor indicio para elaborar una satisfacción: cualquiera que rompiera el silencio.

Si devolvemos el texto a su contexto, reencontraremos una bellísima canción de amor desesperado, de esas que hicieron de Silvio Rodríguez uno de los autores más importantes de la canción en nuestra lengua, lo cual es mucho más duradero que las alusiones que muchos deseábamos encontrar.

Ojalá
Silvio Rodríguez

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baje por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.


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