Rumba y tumba, perdón y sepulcro |
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por LáZARO MORELL |
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No siempre los temas de la muerte y los sepulcros han sido abordados de forma tan patética como en Boda negra. Y aunque a diferencia del mexicano o el español, el humor cubano no se caracteriza por su negrura, de vez en cuando adopta esta tonalidad, casi siempre matizada, eso sí, por el típico choteo de la guaracha, la rumba y el son. Es el caso de Sobre una tumba una rumba, de Ignacio Piñeiro, en el que tumba no alude precisamente a tumbadora.
Sobre una tumba una rumba (bolero son) Ignacio Piñeiro
Enterrador te suplico que por mi bien cantes mucho al recibir los despojos de la que fue mis amores. Y en el lugar que reposa, en vez de lucidas flores, siembra una mata de abrojos para no olvidar quién era.
Luego en lugar de rezarle por su descanso un réquiem, ruega que vaya al infierno y que el diablo le haga bien. Y en el mármol de su tumba de eterna recordación, pondremos esta inscripción, que es la copia de una rumba:
Coro:
No la llores, no la llores, que fue la gran bandolera, enterrador, no la llores.
Improvisaciones:
No la llores más, ni la sientas más, que fue la gran bandolera, enterrador, no la llores...
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