Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Música
Divino guión

Apuntes de una reconquista: Habana Abierta y su recién finalizada gira musical en Cuba.
por ARSENIO RODRíGUEZ, Barcelona Parte 2 / 3

En su artículo, Zamora afirma que "el primer álbum se identifica como Habana Abierta, sencillamente porque Manuel Domínguez, el dueño de Nubenegra, no permitió que utilizaran el término Habana Oculta. Aparte de esa razón comercial, estoy entre los que se alegró de ese cambio de 'oculta' por 'abierta'. Ese tufillo morboso de lo no puesto a la luz, no correspondía con los jóvenes creadores, que habían cantado a pulmón lleno las canciones que formaban ese disco en cualquier rincón de Cuba". Pero debió señalar los rincones donde cantaban a pulmón lleno. La peña de 13 y 8 —el pequeño Seattle de la música cubana de los noventa— fue cerrada cuando comenzaron a trascender las canciones entonadas allí, pasando a casas de amigos y familiares, o tomando sitios abandonados, como el Anfiteatro del Parque Almendares, sin permiso oficial.

Cuando la palabra alternativo no estaba de moda en ninguna parte, la cultura que se gestaba en la peña era alternativa, contestataria, fresca. También incluía excelentes piezas de amor, como Amor por cable, de Vanito; Lucía, de Pepe del Valle; Tú me amas, de Andy Villalón; y Estación de sol, de José Luis Medina, por mencionar algunas. Nunca hubo más de cincuenta personas en 13 y 8, por falta de difusión (no por la calidad probada de sus autores, quienes eran fieles permanentes). Un día le dijeron a la directora del pequeño Museo Municipal de Plaza que suspendiera la actividad pues se iba a dar un concierto de Silvio Rodríguez en el estadio Latinoamericano, y cuando los integrantes del grupo llegaron a organizar la misma se encontraron con el local cerrado. Increíblemente, el público que fue ese día, a pesar del "magno concierto" que requería a toda la población presente, quiso que se diera la peña, y fue cuando se decidió hacerla en la calle. Por esa fecha Boris Larramendi cantaba Marchen bien, que luego fue incluida en el disco Habana Abierta:

"Marchen bien, mira marchen bien,
Y cuidado no se me calienten, que si vamos a estar aquí
No hay dónde escoger, así que no inventen.
Esto flota, porque ellos lo vigilan.
No preguntes más, qué sabes tú.
Si te atreves, vienen y te fumigan:
Por eso di si sí, ¡ya! Y muérete mayor".

La historia de la música cubana abunda en autores e intérpretes que se fueron del país porque las instituciones nacionales no se interesaron por ellos, ¿por qué esconder estas verdades con Habana Abierta? Cuando José Antonio Méndez decidió marcharse a México en los años cuarenta no lo hizo por placer, sino porque en Cuba no era escuchado como él creía que merecía. Su canción Cemento, ladrillo y arena es fiel reflejo de esas carencias y de su búsqueda de nuevos caminos (los que por suerte encontró). Cuando Benny Moré resolvió quedarse en México por casi seis años, entre la década del cuarenta e inicios de los cincuenta, lo hizo porque allí encontró el espaldarazo que buscaba como músico, tocando en pequeños clubs y emisoras de radio. En los noventa, Francisco Céspedes, David Torrens y Amaury Gutiérrez han seguido estos derroteros y han repetido el éxito.

Más certero que Zamora (aunque no del todo) en la visión de este fenómeno de "reconquista", ha estado el periodista de El País Mauricio Vincent: "El regreso de Habana Abierta a la capital cubana tuvo un morbo especial. Durante mucho tiempo su música no sonó en las emisoras de radio estatales, pero eso no impidió que sus seguidores se supieran de memoria las canciones de los dos discos que han editado en España".

Lo realmente significativo de estos artículos, junto a otros tantos —alrededor de ocho reseñas—, es que no se preguntan si la presencia de Habana Abierta condicionará a las instituciones de la Isla para que incluyan de una vez en su "divino guión" a otros músicos que llevan años vetados en Cuba, y sus giras se hagan realidad sin condicionantes. Paquito de Rivera, Lucrecia, Albita Rodríguez, Willy Chirino, Arturo Sandoval, Gloria Estefan —por no hablar de Celia Cruz, Olga Guillot, Xiomara Alfaro o Israel López Cachao— se cuentan, por ejemplo, entre los grandes ausentes de las carteleras oficiales. Habana Abierta venía haciendo gestiones para poder entrar a Cuba desde 1999, cuando sacó su CD 24 horas, y hasta el momento no lo había conseguido.

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