Jueves, 23 enero 2003 Año IV. Edición 540 IMAGENES PORTADA
Música
'A corazón abierto'

Ve la luz el segundo disco de Guillermo González Rubalcaba, una de las figuras más visibles y sólidas del actual 'boom' charanguero.
por DENNYS MATOS, Madrid  
CD

Hacia 1920 Antonio María Romeu inaugura con su piano la tradición de la charanga. Se trata de una música concebida para bailes de salón, que se avenía muy bien con el espíritu de los tiempos que corrían, en los que una burguesía criolla y urbana en pleno apogeo republicano lucía su simbología de poder. Este tipo de formación muestra el curioso proceso de fusión que se produce en Cuba entre la música africana, de marcado acento percutivo, y la música europea de cámara (cuerdas, teclado y flauta); de ahí que describa de manera particular el fuerte mestizaje cultural implícito en la música criolla. Desde entonces, la charanga se ha convertido en uno de los formatos más empleados por la música popular de la Isla.

Guillermo González Rubalcaba, primero desde la Charanga Nacional de Concierto y después como director de la Charanga Rubalcaba, ha sido uno de los músicos que no sólo activó la renovación del sonido de formato charanga (y con ello géneros bailables como el cha cha chá, el danzón, etcétera), sino que también es una de las figuras más visibles y sólidas del actual boom charanguero. Ejemplo de ello lo encontramos en la reciente publicación de su segundo disco, A corazón abierto (2002), del sello Eurotropical-Manzana y distribuido por Gran Vía Musical.

Como otros tantos músicos de su generación, González Rubalcaba tuvo que esperar hasta la década del noventa, con la gran explosión del Buena Vista Social Club, para darse a conocer internacionalmente. Cuando se estaba fraguando el proyecto Afro Cuban All Stars, el productor musical Juan de Marcos González no dudó en buscar su colaboración para llevar a buen puerto un proyecto de gran complejidad. Esta presencia dio a Rubalcaba una oportunidad más para hacer gala de su talento.

A corazón abierto es un disco en el que, exceptuando el bolero Vanidad, con letra y música de Armando Malbrán, todos los temas se mueven entre el cha cha chá, el son chá o el danzón chá. De este repertorio destacan algunos clásicos como el cha cha chá El alardoso (letra y música de Enrique Jorrín), El baile del suavito (letra y música de María Gómez) y el danzón chá Una rosa de Francia (letra y música de Rodrigo Prats). Estos sonidos, que tienen como telón de fondo las ejecuciones al piano de González Rubalcaba —quien hace también de director musical—, nos sumergen en una atmósfera añeja, llena de colorismo y sensualidad criolla, que nos traslada a las pintorescas salas de baile de la República de principios del siglo XX. Es una música que fluye a través del equilibrio alcanzado entre un virtuosismo de expresividad casi barroca, por un lado, y una ingeniosa sencillez por el otro, como sucede en la pieza Noche cubana, de César Portillo de la Luz, con arreglos de Lázaro González, o en Descarga Rubalcaba, de Guillermo González Rubalcaba. Pero tal vez sea en el tema Presentación: centro de la libertad de Güira de Melena, un danzón de Orestes López, donde el piano de Rubalcaba alcanza con mayor maestría y profundidad este nostálgico clímax de espiritualidad isleña que recorre el disco.

Es sabido que a principios de los setenta, por diversas circunstancias, los géneros populares bailables, muy cultivados por las charangas, pasaban por un período de desatención y olvido. Esta situación afectó seriamente no sólo la continuidad y crecimiento de esos géneros, sino puso en serios aprietos la propia existencia de la tradición charanguera que hasta entonces los había popularizado.

Sin embargo, como parte de la dinámica histórica de la música popular cubana, esos géneros tradicionales —incluida la charanga— se beneficiaron de los nuevos aires que introducían en el contexto de la música isleña agrupaciones como Los Van Van. El trabajo que este grupo realizó en la contemporanización de esos géneros con lo que se estaba creando a nivel musical en el resto del mundo, sobre todo en el ámbito anglosajón, permitió una renovación de los conceptos y la proyección de la tradición charanguera.

A corazón abierto reafirma el buen momento por el que está pasando la charanga, tanto dentro como fuera de la Isla. Además, da una excelente muestra de la buena salud de esos géneros populares bailables que hoy, gracias al talento de músicos como Guillermo González Rubalcaba, tienen una segunda juventud.


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