Lunes, 16 diciembre 2002 Año III. Edición 516 IMAGENES PORTADA
Música
Guajiro por naturaleza

Fernando Borrego Linares, el popular músico Polo Montañez, fallecía la noche del pasado 26 de noviembre en un hospital de La Habana.
por IVáN GARCíA, La Habana  
Velorio
Las Terrazas, Pinar del Río. Velando al
guajiro natural

Estaba muy lejos de tener aspecto de divo, mucho menos de galán. Era de baja estatura —no sobrepasaba el 1,63— y sus manos se revelaban callosas, típicas de los hombres que han tenido que trabajar duro la tierra. Cordial y sencillo, hablaba con los modismos propios de su terruño natal, Pinar del Río, cuna del mejor tabaco del mundo. Allí, rodeado de lomas, había nacido 47 años atrás.

Hijo de carbonero, su nombre real era Fernando Borrego Linares. Pero desde niño lo bautizaron con el apodo que lo haría famoso: Polo. En su juventud hizo de todo. Cortó caña, ordeño vacas y, por las noches, alumbrado por velas, entre tragos de ron y masitas de puerco asado, hacía música para esa gente de monte adentro que, como él, laboraba mucho y vivía mal.

Fue en 1994 cuando comenzó a dedicarse por entero a la música. Cuando empezó a trabajar en el lejano hotel La Moca, en la comunidad de Las Terrazas. Tocaba con un pequeño grupo integrado por familiares y amigos. El público no sobrepasaba las 80 personas.

En ese bucólico paisaje, entre mugidos de reses, cascadas de riachuelos y un sol caliente, parecía detenerse el tiempo. Nada avizoraba un cambio en la vida del guajiro Polo. En las mañanas, labraba encima de un tractor. Las tardes invariablemente las dedicaba a ensayar y montar nuevos números: las noches estrelladas de la campiña de Vueltavajo, a actuar en el show del hotel.

A esos perdidos parajes no es habitual que acudan productores de casas discográficas. Mas una noche de 1999 un caboverdiano, José Dos Santos, representante de la discográfica francesa Lusáfrica, quedó maravillado por la música de Polo. Y vio en él un filón de oro.

Le hizo un contrato, y al Polo añadió el Montañez.

Con ese mote sería conocido en toda Cuba, la cuenca del Caribe, la Florida y Colombia. Y más allá, en Francia y España.

En el año 2000 grabó su primer disco, Guajiro natural. Uno de sus temas, Un montón de estrellas, pegó con fuerza en las radioemisoras cubanas.

A mediados de 2001, en menos de un año, pasó a comandar las listas de éxitos musicales. Entre abril y mayo de 2002 realizó una gira dentro de Cuba, actuando en estadios, plazas y parques abarrotados de público.

Polo Montañez ya tocaba la fama con sus manos callosas. El campesino de formación musical autodidacta, que había venido al mundo en El Brujito, un poblado serrano de Pinar del Río, por vez primera montó en avión rumbo a Colombia. En aquel país se convirtió en un verdadero fenómeno.

Polo cautivó. De su CD Guajiro natural fueron vendidas más de 40.000 copias. Entonces comenzaron a abrirse otras puertas. Viajó a Europa y varias naciones de América Latina. Grabó una segunda placa, Guitarra mía. La vida marchaba en volantas.

Jamás abandonó su terruño. "Siempre me quedaré a vivir entre las lomas", dijo en una de sus últimas entrevistas. La mayoría de los artistas famosos del interior se van a vivir a La Habana: "Yo no, la ciudad me queda grande", aseguraba.

Era genial y anárquico. En un par de horas componía música y textos, y no hacía nada para cuidarse la voz. "Soy un animal. Vivo al trozo. Los ejercicios vocales los hago cuando estoy comiendo. Cuando tengo gripe lo que tomo es cerveza, aunque me hace daño para trabajar. En los conciertos bebo vino blanco", contaba días antes de su trágico accidente automovilístico.

En una Isla tan musical como Cuba, Montañez fue el tercero que recibió un Disco de Platino por haber vendido más de 40.000 copias. Los primeros fueron Pablo Milanés y Silvio Rodríguez.

La muerte los sorprendió en el apogeo del éxito. En la noche del pasado 20 de noviembre, luego de participar en una fiesta familiar en la Ciudad de La Habana, viajaba rumbo a su domicilio en San Cristóbal, localidad de Pinar del Río. Junto a él iba su esposa, una hija de ésta y una amiga, quienes quedarían con vida. El hijastro, de 25 años, conducía el automóvil y pereció al instante. El auto chocó con un camión de carga que transitaba sin luces. Polo sufrió múltiples fracturas en el cráneo y durante seis días se debatió entre la vida y la muerte.

A las 11:20 de la noche del martes 26 de noviembre dejaba de existir el singular cantante y compositor. Donde quiera que esté su alma es difícil que deje de ser un tipo dicharachero y jovial. Guajiro por naturaleza.


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