Lunes, 16 diciembre 2002 Año III. Edición 516 IMAGENES PORTADA
Música
El blanco tiene tumbao

La pasada ceremonia de los Grammys Latinos premió al cubanoamericano Jorge Moreno en la categoría de Mejor Nuevo Artista.
por ALEJANDRO RíOS, Miami  
Música

La sorpresa ocurrió durante la pasada ceremonia de los Grammys Latinos en Los Ángeles, cuando un cubanito prácticamente desconocido se alzaba con el premio al Mejor Nuevo Artista.

El muchacho, de 27 años, no era de Cuba exactamente, sino de Miami. Y su disco era pura transculturación, globalización de géneros, postmodernismo pop, suerte de rock suave de nuevo tipo. Rápidamente, la revelación de Jorge Moreno dio la vuelta al mundo en los despachos informativos.

Madonna, en su atuendo de implacable empresaria —no de famosa e iconoclasta cantante—, se había adelantado a los demás cuando fue el primer intérprete de origen hispano que contratara para su firma de discos Maverick, el año pasado. También lo involucró en el especial que celebró el cincuenta aniversario del más famoso programa de televisión de todos los tiempos en los Estados Unidos: I Love Lucy, protagonizado por la americana Lucille Ball y el cubano rumbero e hiperbólico Desi Arnaz. Los ejecutivos de Maverick habían recibido el demo de Moreno en una caja de pizza entregada a domicilio. Entre la buena música y el ardid, la grabación se abrió paso hasta los oídos reclusivos de la diva.

La conexión con I Love Lucy fue sencilla: el disco Moreno contiene una versión moderna y cimbreante de la pieza Babalú, escrita por Margarita Lecuona y eternizada por Arnaz. Los herederos del cubano, que además de haber sido magnífico comediante y productor fue el hombre que utilizó por primera vez tres cámaras en un estudio de televisión, decidieron incluir a Jorge Moreno cantando su versión de la canción en el show del cincuentenario, que fue transmitido por el canal CBS a 17 millones de personas.

"A mí me encanta la música de esa época, de la era de Benny Moré, Celia Cruz y la Sonora Matancera", ha dicho Moreno.

Luego de su consagración temprana con el Grammy, ofreció un concierto para sus coterráneos en el Café Nostalgia (alguna historia de la música cubana deberá abrirle un acápite al sitio por su empeño en promover lo más nuevo del legado rítmico de la Isla). Y fue así que reverberó el lugar y sus decenas de asistentes expectantes, con canciones en español casi todas compuestas por él, además de algunas incursiones por clásicos como Babalú, absolutamente renovada, y el Cómo fue de Benny Moré, en respetuoso tiempo de reggae. Antes de comenzar esa canción, Moreno se había dirigido a la efigie del Benny que engalana una de las paredes del Nostalgia, para "dedicársela a usted, maestro".

Según el hermano del cantautor, tanto él como Moreno son hijos de padres llegados a los Estados Unidos con apenas 10 años de edad. "La prensa insiste en decir que Jorgito es de Hialeah, pero no es así. El de Hialeah soy yo, donde tengo una tienda de discos, él nació en Coral Gables, muy influido por la música en español. Mi padre es representante de importantes intérpretes, entre los cuales figura el gran Tito Nieves y mi madre, una fanática de The Beatles".

Sobre las emociones de la premiación en Los Ángeles, el hermano de Moreno declara que toda la familia asistió a la ceremonia, como corresponde a los cubanos. Durante el concierto del Nostalgia, por ejemplo, el abuelo movía su cuerpo con alegre frenesí frente al nieto, como integrante de su grupo de fieles seguidores. Poco antes de comenzar, Jorge Moreno había hecho la ronda por el Café depositando el clásico besito criollo en cuanta mejilla amiga se le ofrecía. Ni decir que es, probablemente, el único rockero del mundo con cierta melena —a lo Paul McCartney de los inicios— y la raya cuidadosamente trazada a un lado del pelo, tal y como su mamá se la hiciera desde siempre para ir a la escuela.

Only in Miami emerge un artista como Jorge Moreno, donde confluyen tantas influencias y seducciones culturales. Verlo en la pista impecablemente vestido, con un atuendo revival de los años sesenta, pero como recién salido de la tintorería, llevando en su cuerpo ese tumbao que nació en una remota montaña del Oriente cubano, confirma cuán por encima de intromisiones se eleva la cultura madre de la Isla, donde quiera que acontezca. I ride the wave (Me subo a la ola), apunta sencillo sobre su poética musical, este discípulo de Benny Moré y Desi Arnaz, de The Beatles y The Doors.


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