Lunes, 18 noviembre 2002 Año III. Edición 496 IMAGENES PORTADA
Música
¿Quién tiene la culpa?

Con la salida del nuevo disco de Boris Larramendi, la factoría Habana Abierta demuestra su presencia y continuidad en el mercado español.
por ARSENIO RODRíGUEZ, Barcelona Parte 2 / 2

De la mano de Alejo Stivel, productor de grandes figuras del panorama español, Boris Larramendi fue tejiendo un disco bastante cercano al mercado hispano, aunque un poco distanciado, en cuanto a temas sociales, de su anterior militancia dentro del tandem Habana Abierta.

La pieza Yo no tengo la culpa, que abre el álbum, refleja un estilo entre el reggae y el ska que tanto juego le ha dado a Manu Chao, quien se ha apropiado de esta sonoridad junto al grupo barcelonés Macaco. La diferencia de los ritmos de Boris está en los acertados pasajes tocados con tres cubano. Hacia el final de la pieza aparecen coros que se acercan más a la factoría de Habana Abierta (anterior al de Manu Chao en solitario).

La segunda pieza, Una de dos, es una balada-pop donde el tumbao criollo entra en juego para darle más fuerza a los compases fuertes de los estribillos, a donde regresan los coros. El tema termina con un pasaje de rap que personaliza mejor el disco y recuerda su peso armónico dentro de las canciones que Boris compuso para Habana Abierta.

Marea (Pero me encanta) es posiblemente la mejor canción del CD, la única en que comparte autoría e interpretación —como era de esperar— con otro miembro de Habana Abierta, Alejandro Gutiérrez. La intención de la programación de los metales es excelente, y la improvisación de Gutiérrez notable. Esta pieza entra dentro de una tendencia rokcason, pues todos ellos echaron a andar mucho antes de que se revalorizara la obra de Carlos Santana, hace dos años.

Tú me cuidas, la número cinco, más que un bolero-pop es una balada con intención de bolero, que equilibra muy bien la sonoridad general del disco, en la que predomina la sincopa del son y los bajos fuertes del funk. Es una pieza al nivel de Miel. La siguiente, Gratis, es una de las metáforas mejor logradas en la obra de Boris. La pieza genera mucha esperanza y recuerda una fuerte influencia de los boleros-rock de Gerardo Alfonso, de quien Larramendi fuera seguidor en sus años de formación: "Todavía amanece gratis, todavía sigo colgado de tu olor".

En Malo malo Boris Larramendi demuestra que no rechaza el acercamiento a un rock and roll clásico, que deslumbra por la frescura y limpieza de su estructura. Se trata de un tema pegajoso y candidato a hit del disco en las emisoras españolas y cubanas.

Hay otras piezas destacables en la placa, que se mueven entre la conga y el ska con elementos reggae, pero mejor preservar su descubrimiento a los melómanos. El cierre no pudo ser más eficiente: un tema notable como El sabor del fin, que ya Larramendi había incluido en el disco Habana oculta. Con la diferencia de que en Yo no tengo la culpa se grabó sólo a guitarra, quizás para recordar los orígenes en la emblemática Peña de 13 y 8.

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