Lunes, 28 octubre 2002 Año III. Edición 481 IMAGENES PORTADA
Música
Un terremoto llamado La Lupe

Hace diez años, en Nueva York, moría quien fuera considerada reina de la música latina.
por MICHEL SUáREZ, Valencia Parte 1 / 2
Lupe

Cierta vez, un debate teórico originado en el Festival Boleros de Oro, en Santiago de Cuba, devino literal cortocircuito eléctrico cuando se mencionó el nombre de Lupe Yolí. No hubo bomberos ni mayores aspavientos, pero quedaba en la atmósfera esa sensación metafísica de quien ha estado a la escucha todo el tiempo, cual alma omnipresente.

No faltaron las bromas y las especulaciones. "Ella era de una personalidad tan fuerte que no pudo dejar de manifestarse desde el más allá", comentarían algunos musicólogos y especialistas, cada vez más dispuestos a desentrañar la vilipendiada vida de esta santiaguera, ídolo en Norteamérica y España y "don nadie" en su país.

Diez años atrás, en febrero de 1992, dejaba de existir en el hospital Lincoln, del Bronx neoyorkino. Era el fin de un trágico periplo que se inició con su expulsión de Cuba en 1962 y pasó por el fuego de su hogar, la invalidez de su cuerpo, la muerte de su esposo y la pérdida de la fama en la más triste pobreza material y espiritual, después de haber sido considerada reina de la música latina.

Su fallecimiento —como casi siempre sucede— fue el detonante para que algunos cubanos de la Isla comenzasen a interesarse en su figura. A pesar de esos esfuerzos, Guadalupe Yolí Raymond es aún una de las intérpretes más olvidadas de nuestra música. Sólo perfectamente conocida por la generación que alcanzó a verle en sus primeras incursiones en el Copa Club, Ciudamar Yatch Club y Country Club de su natal Santiago, donde le acompañaba la orquesta de Pancho Portuondo. Pero todavía ésa no era La Lupe. La fama le llegaría después, en plena rampa habanera y entre los rascacielos de Nueva York.

En San Pedrito, un barrio marginal y de peculiar acento folclórico, vino al mundo en una fecha que aún los investigadores discuten. Una franja que oscila entre 1936 y 1940, aunque lo más probable es que naciera el 23 de diciembre de 1939. "Era hija de un trabajador de Bacardí de nombre Ramón Yolí Rodríguez —nos cuenta Julia Yolí Ascencio, su prima hermana por vía paterna, aún residente en Santiago de Cuba—. Siempre fue una muchacha inquieta, nunca pensó ser artista, pero no dejaba de cantar el día entero. Yo le decía: Tú lo que vas a ser es artista de San Pedrito. Ella reía. Era una gente muy divertida, lo mismo la veías cantando en el barrio que en la escuela. Hacía como unos teatros para representar cosas de la vida. Yo le decía: Mira como se te van los gallos. Y ella me contestaba: No importa, yo los recojo".

Su prima hermana no supo más de ella desde la mudanza a La Habana, a donde se fueron el padre y las dos hijas. Un buen día se sorprendió al verla en la tele. Ni San Pedrito ni gallos: ya era La Lupe Yolí a quien los directores de televisión temían, pues nunca se sabía como concluirían sus actuaciones después de metérsele el diablo en el cuerpo.

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