Jueves, 17 octubre 2002 Año III. Edición 474 IMAGENES PORTADA
Música
El desafío

En su primer disco con el sello Bat, Alain Pérez predica la timba a tenor de la salsa.
por DENNYS MATOS, Madrid  
Alain Pérez

Para los conocedores del tema, está claro que el fenómeno musical conocido como salsa, que hizo explosión en la década del 70 —en América Latina y Estados Unidos—, era directamente deudor del son cubano de los años 50 y 60. En su momento, la salsa no fue sino música hecha por La Sonora Matancera, Arsenio Rodríguez, El Benny o Chapotin. La tecnología aplicada a los instrumentos daría cierta distinción en los timbres y, sobre esta base, el mercado se encargaría de acuñar el término, aunque armónicamente permanecieran los patrones cubanos. Entre los que primero cultivaron el son y, en cierta medida, después la salsa, están Tito Puente y Celia Cruz. Se ha manejado la opinión de que la salsa es comida y el son, música.

El primer disco de Alain Pérez con el sello Bat, Alain Pérez. El desafío, se enmarca dentro de lo que se conoce ahora como música latina. Incluye once temas, todos escritos por él y su padre, Gradelio Pérez, excepto Sevilla (Arturo Pareja Obregón) y Vamos pa' la conga (Trío Matamoros). El CD abarca ritmos como el ballenato (Por amor no llores), la salsa (El regalón) y el son tradicional, con el sabor añejo de la primera mitad del siglo XIX (Como cocina mi negra y El comején). En general, se trata de canciones que abordan tópicos muy populares en la cancionística y el cultivo del son en la Isla: entre otros, el arte culinario como embrujo de amor (Como cocina mi negra), los amores decepcionados (Murmuraciones) y las festividades callejeras (Vamos pa' la conga).

Pero es en el objetivo musical que se propone Pérez donde reside lo más interesante de su opera prima. Su idea es plasmar en el disco una definición de aquellos patrones rítmicos y armónicos que ayuden a conceptuar un género conocido en Cuba como "timba". Él mismo ha confesado que es un objetivo necesario, porque contribuye —desde un punto de vista de mercado— a catalogar musicalmente el género, de manera que favorezca su recepción y consumo en el mercado internacional. Por supuesto que no es tarea fácil, pero Alain cuenta con la experiencia de cultivar la timba en distintas agrupaciones antes de formar parte de Irakere, y después del grupo de Isaac Delgado.

En una reciente entrevista el arreglista Demetrio Muñiz hacía referencia a la complicada poliritmia que emplean actualmente muchas de las agrupaciones de música popular cubana. En cierto sentido, este es el fenómeno mencionado por Alain Pérez cuando habla de que la cantidad de cierres y la complejidad rítmica y armónica —muy prolífica en el modo de tocar de los timberos— se ubiquen "en cuanto a concepto de grabación, estructuras y limpieza del sonido". Este sería el primer paso para luego pasar a una apertura musical del género donde, sin perder la frescura y originalidad que sin duda tiene dentro de la música popular contemporánea, sea susceptible de instalarse con un sonido definido en el espectro sonoro universal. Por ello, en el disco Alain Pérez. El desafío se han tomado elementos de la salsa como género musicalmente clasificado y comercialmente conocido; a través de ella se desliza el sonido timbero ya filtrado. Es el caso de la canción El regalón, en la que Alain ensaya un sonido destilado de la fusión de ambos géneros, y donde ya es visible el rostro más definido de la timba —conocida sólo en su patio—, frente a la salsa, de consumo internacional. Alain Pérez no pierde la oportunidad para, desde la claridad plasmada en el sonido timbero, incursionar en su influencia jazzística. Sucede en El comején, en el que abre la posibilidad de fusionar también estos elementos.

Se podría decir que en Cuba nunca se ha hecho salsa, sino timba, entre otras cosas por una conciencia —bastante generalizada también entre los músicos más jóvenes (Alain Pérez y David Montes son un ejemplo)— de que la salsa se había conocido en la Isla con anterioridad a su boom mundial. Si la confusión entre salsa y timba está servida es, de un lado, por la concomitancia musical de ambas; del otro, por una pretensión de los timberos de compartir y acoplarse al boom comercial de la salsa como vehículo de inserción en el mercado internacional, y de mantener, tal vez, lo que evolutivamente consideran un sonido más contemporáneo y actual que el de ésta.

Alain Pérez intenta en su disco delimitar el sonido de la timba, cierto es que tratándola de llevar al puerto comercial que nunca ha tenido. Para ello no ve otra salida que tirar de toques salseros, lo que inevitablemente reintroduce el conflicto de territorialidad entre un género y otro, amén de atentar contra una de las ideas fundamentales que musicalmente motivó el disco. No obstante, Alain Pérez. El desafío es, junto con Trópico eléctrico de David Montes, un buen intento (el de Alain es mucho más consciente) de mostrar qué es la timba como género musical. El músico trata de revelar las singularidades armónicas y rítmicas que ella representa, al tiempo que la introduce en un mercado donde la salsa lleva ventaja.


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