Viernes, 16 agosto 2002 Año III. Edición 433 IMAGENES PORTADA
Música
La otra cara del 'latin jazz'

Sobre el cuarteto Julio Barreto Cuban Quartet y su jazz de nueva generación.
por DENNYS MATOS, Madrid  
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Uno de los efectos más fecundos que, desde un punto de vista sociocultural, ha provocado el fenómeno conocido como "diáspora de los 90", es el hecho de haber esparcido jirones de cultura cubana por medio mundo. Estos, como la hierba mala (buena), han germinado saludablemente donde quiera que han caído. Después de Miami, y en general Estados Unidos —que ya dejó de ser el único lugar con una producción importante—, le siguieron México y Venezuela. Pero sin duda es en Europa (con España como plaza capital) donde más espectacular ha sido este germinar, sobre todo en los últimos cinco años. La música, como no podía ser de otra manera tratándose de Cuba, ha encabezado la cara más visible de esta gran espora cultural.

Julio Barreto Cuban Quartet es una de las tantas agrupaciones que en estos momentos comienza a desarrollar su obra en el viejo continente. Iyabó, que en yoruba significa nacimiento, es el primer disco de este excepcional batería, editado por un sello de Alemania. Un disco que musicalmente está inmerso en las sonoridades del latin jazz; pero nos equivocamos si pensamos que se trata del latin jazz ya canonizado, porque con sólo oír, entre otras, Latineo o Iyabó, nos daremos cuenta del carácter experimental del mismo.

Julio Barreto (este apellido, junto con el de los Rubalcaba y los Valdés, conforma tres de las grandes sagas musicales de Cuba) fundó el cuarteto en 1997, proponiéndose desde un inicio fusionar elementos que a primera vista no son precisamente los más comunes en las creaciones del latin jazz tocado por los grupos cubanos del género. En el crisol y temperatura de las diez interpretaciones que forman el disco —donde también hay cantos afrocubanos como en Iyabó, o un guaguancó en Cantar bueno— se funden articulaciones provenientes, por ejemplo, del electro jazz, el latin groove o el fusión. De ahí que resulte tan novedoso el carácter de este jazz a la hora de interpretar clásicos, como sucede con John Coltraner (Count down), Charlie Parker (Donna Lee), Ben Tucker (Coming home baby), o piezas del explosivo Jimmy Hendrix (Third stone from the sun). Al cuarteto de Julio Barreto, formado por Carlos Puig en la trompeta y keyboard (residente en Madrid), el guitarra Dany Martínez y el bajista Manuel Orza (ambos residentes en Italia), se incorpora la inspiración de otro miembro de una gran familia jazzista, Ravi Coltrane (hijo de John Coltrane) en el saxofón tenor, reforzando la línea de sonido renovador proyectada por el cuarteto. A las piezas antes mencionadas se unen otras como Spider String, Iyabo y Latineo, compuestas por Julio Barreto y Carlos Puig, a las que éste aporta arreglos donde se respiran muchas de las innovaciones dentro del género, que apuntan a la aplicación de elementos del funky jazz y del fusion jazz.

Un ejemplo de esta ambición renovadora se descubre abriendo el disco en la pieza Latine, o en la misma Iyabó, que da título a la placa. En la primera se despliegan elementos de la poliritmia, a los que se hace coincidir con otros del funky y del Bebob para generar lo que ha dado en llamarse el Cubob. En Spider String se fusionan ritmos afrocubanos con secciones muy actuales del jazz fusión. Otros dos temas contemplados en el disco son Lulla Baby y X-bono, del guitarrista Dany Martínez. El primero es un inquietante tema, con guitarra y trompeta en primer plano, que habla de la capacidad compositiva de este joven guitarrista, acompañado del bajo de Manuel Orza y el drums de Barreto, que construyen una atmósfera jazzística de carácter más reflexivo. Mientras que X-bono, donde interviene Ravi Coltrane, se inscribe en el ámbito del latin jazz, pero tratado de forma original, entre otras cosas, por la manera inusual en que cobra protagonismo la guitarra.

De más está hablar de la calidad y el virtuosismo técnico de los miembros del cuarteto, que, tratándose de una combinación de ritmos intrincadamente barrocos y zigzagueantes, discurren con gran fluidez expresiva, como el trompeta Carlos Puig en su vertiginosa descarga en Count Dow, a la que se une la calidez de Ravi Coltrane y el compulsivo drums de Julio Barreto, quien además realiza un excelente arreglo del clásico.

Algo similar sucede con Donna Lee, con arreglo de Barreto y también de Puig. Ambos temas reactualizan el lenguaje de estos clásicos y junto a piezas como Iyabó y Latineo impulsan una especie de visión futura frente al modo de hacer e interpretar el género.

No es casual que el propio Ravi Coltrane haya dicho acerca del disco: "Esta música increíble tendrá un gran futuro. Es la mezcla perfecta entre música afro-cubana, Wayne Shorter, Joe Zawinul y el Bebob". No hay duda de que estamos hablando de una joven generación de músicos interesados en la experimentación, que en su afán renovador está buscando nuevas formas que lleven al género a fórmulas de expresión más contemporáneas. Esta obra (Iyabó) del Julio Barreto Cuban Quartet, junto a la de otros creadores de su generación como los pianistas Wicho Rodríguez, Gonzalo Rubalcaba, Ramón Valle, Hernán López-Nussa y Omar Sosa, está construyendo la cara del latin jazz (jazz cubano) del nuevo siglo.


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