Viernes, 19 julio 2002 Año III. Edición 413 IMAGENES PORTADA
Música
El agua de Lucrecia

Un repaso al último álbum de la intérprete.
por ENRIQUE COLLAZO, Madrid  
Lucrecia

Sorprende, y gratamente, el nuevo disco de Lucrecia. En Agua, la intérprete establecida en Barcelona imprime un giro radical a su carrera discográfica. En sus cinco anteriores producciones —entre las que destaca por su éxito el álbum Pronósticos, realizado bajo la dirección del criollo Ricardo Eddy Martínez en Miami, con Universal Music en 1997—, la sonera cubana había hecho gala de su poderosa y bien timbrada voz, amén de su fuerza en el escenario y su enorme capacidad interpretativa, que la ha llevado a atreverse con todos los géneros de la música isleña, tanto el son como la guaracha, el bolero, la guajira, etcétera. Sin embargo, en este placa, grabada con la firma DroEastWest, de la Warner, la bella negrona se desplaza hacia otros géneros como el acid-jazz y el tecno, fundamentalmente.

La producción de Agua resulta francamente espléndida, con arreglos y orquestaciones muy ajustadas a las nuevas corrientes de la música popular. Hay que reconocer que Lucrecia sale airosa del desafío que supone para una sonera nata como ella vérselas con géneros tan ajenos a su anterior quehacer musical. Puede decirse que su tecno es una suerte de tecno-tropical, bastante relacionado con los productos que en este ámbito ofrecen regularmente, con rotundo éxito de mercado, Emilio y Gloria Estefan.

En cuanto a las composiciones que forman el álbum —11—, Lucrecia es autora de cinco y coautora de otra, Dudas, donde se bota literalmente pal' solar regalando un riquísimo tecno-tumbao concebido pa'l despelote de las niñas y las señoras. Los restantes tres temas son de la autoría del español Federico Lladó, quien últimamente ha devenido alter-ego de los interpretes cubanos afincados en España, al colaborar intensamente con algunos de ellos (ejemplo, "El sonero de Lavapiés", David Montes).

Debe resaltarse como uno de los aciertos de este disco su dirección y producción musical. Corrió a cargo de Jesús N. Gómez. Evidentemente, la producción contó con los recursos suficientes para lograr el milagro de aglutinar orgánicamente a un talentoso grupo de músicos de diversas nacionalidades, con el fin de insertar a Lucrecia en los circuitos comerciales más representativos de la música popular y a la vez realizar una obra de muy buen gusto estético, que incluye, además, el propio diseño artístico.

Esta vez Lucrecia demuestra fehacientemente que, más allá de sonera auténtica, es inspirada compositora y versátil intérprete. Que está altamente dotada para la creación musical en general. Enhorabuena.


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