Lunes, 24 junio 2002 Año III. Edición 394 IMAGENES PORTADA
Música
'Polo Montañez, guajiro natural'

Sobre un disco que oscila entre la celebración y la sorpresa.
por CARLOS OLIVARES BARó, México D. F.  
P. Montañez

Fernando Borrego Linares, conocido en el medio musical como Polo Montañez, es oriundo de la Sierra del Rosario en Pinar del Río y desde que era un adolescente compone tonadas mientras siembra los surcos de su conuco. Montañas, árboles, pájaros, ríos y mujeres pueblan las melodías de unas canciones repletas de los aromas del campo. Sin formación musical académica, tiene en su haber unas ochenta piezas que reflejan su particular percepción del mundo, el amor y la vida. "Me inspiro bajo la lluvia, el sol o la luna o cuando siembro la tierra. Si no compongo no soy nadie", confiesa este guajiro que habita los espacios de los acordes de su guitarra de manera espontánea y festiva.

José Da Silva, productor del sello francés Lusáfrica, lo "descubrió" en una peña de trovadores de Pinar del Río y no dudó en invitarlo a grabar un disco. Con un ensemble, entre conjunto típico y charanga, formado por guitarra (Louis Romero Hernández), contrabajo (Lourdes Romero Hernández), clave y coro (Gladis Pérez Reiz), bongó (Amauri Romero Borrego), maracas y coro (Alexandro Romero Hernández), tres (Polo y Coto), trompeta (Daniel Ramos), flauta (Eduardo Rubio), y el violín del invitado Dagoberto González —director y arreglista del grupo de Pablo Milanés—, nació el disco Polo Montañés, Guajiro Natural (Lusáfrica, Francia, 2001), que ha causado grata sorpresa en Europa y América. Emisoras de radio de México, Caracas, Bogotá, San Juan, La Habana y París han mantenido durante semanas algunas de sus canciones en los primeros lugares de preferencia.

Con una voz de pespuntes y colores campesinos —bronca y cálida—, la dicción de Montañez se ha impuesto más que todo por un fraseo que mezcla los columpios del bolero y la bachata con el pregón del son montuno, siempre en los bordes de atinadas puntuaciones tonales. Hay en las composiciones de este "guajiro natural" un indiscutible sello que nos remite a la sonoridad de algunos compositores dominicanos (Kalaff, Brens, J. L. Guerra, Víctor Víctor...), en consonancia con las coordenadas del son oriental, el sucusucu pinero y el vallenato de los colombianos Escalona, Durán, Zabaleta y Diomedes Díaz, mestizaje sonoro que resume algunas de las líneas fundamentales del son caribeño.

Se trata de doce piezas, todas firmadas por Montañez, que transitan de la guaracha-son (Guajiro Natural) al bolero-bachata (Donde estará, Un montón de estrellas, Cómo será mañana, Si fuera mía), sin olvidar la guajira-son (Canten) y los aires del sucusucu y el vallenato (Si se enamora de mí). Variadas influencias se presentan en esta sobrecogedora placa y se descubre una sabrosona cadencia changüisera en la pieza Un bolero. En ésta el tres subraya los motivos melódicos y las percusiones atacan entrecruzando los golpes rítmicos en una algarabía que la voz segunda de la corista Gladis Pérez Reis matiza con suave murmullo de tonada guajira. El violín virtuoso de Dagoberto González juega un papel clave en las bachatas-boleros al conseguir una arrobada sonoridad con ciertos rumores de habanera y suspendida nostalgia trovadoresca. Asimismo, la trompeta de Ramos juguetea con reminiscencias de Armenteros, Vivar y Chapottín en el tema de presentación (Guajiro Natural), con apoyaturas directas y precisas.

Compositor de fresco melisma armónico y signos de mordentes quebraduras rítmicas, hay que detenerse en la poética de las letras de algunas de las canciones de Montañez, que desde un franco discurso acusan fragmentos de curiosa apuesta lírica: "porque yo en el amor/ soy un idiota/ he sufrido mil derrotas/ que no tengo fuerza para defenderme/ pero ella casi siempre se aprovecha/...yo era capaz de subir al cielo/ para bajarle un montón de estrellas/ un pajarito que iba volando/ yo lo cogí para complacerla..." (Un montón de estrellas). Polo es un poeta instintivo que recrea con inteligencia la retórica del bolero tradicional, asumiéndola con cierto tono lúdico.

Joaquín Ordoqui García comentaba en un artículo reciente que se debía agradecer a Buena Vista Social Club la aparición de una abundante discografía de clásicos cubanos que antes era imposible conseguir; sería bueno agregar que también se ha producido una saludable invasión de productores de sellos discográficos europeos y norteamericanos en la Isla que ponen los ojos en talentos olvidados o simplemente desconocidos y divulgan sus trabajos con buen apoyo de la mercadotecnia internacional. Después de la avalancha de discos de Compay Segundo, Eliades Ochoa, Vieja Trova Santiaguera..., la entrada en escena de este pinareño icástico abre ventanas para que los melómanos de Europa y América no se queden en el tiempo y el espacio del Buena Vista Social Club, para que aprecien otros aires de nuestro acervo melódico-rítmico. El monte "engendrador de la vida", al decir de Lydia Cabrera, nos regala a este poeta que todas las mañanas saluda al mundo con un acorde de su guitarra. Polo Montañez, Guajiro natural es un disco de celebraciones y sorpresas que agradecen los amantes de la música cubana.


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