En casa del trompo |
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Anécdotas de Nat 'King' Cole en La Habana. |
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por ARSENIO RODRíGUEZ, Barcelona |
Parte 1 / 2 |
Rememorando pasajes de Tropicana, Enrique Núñez Rodríguez cuenta el impacto de Nat King Cole de esta manera:
"Nat King Cole en la pista. Su voz estremecía a las damas. Nature Boy, El bodeguero, Quizás, quizás, quizás. La esposa de un alto oficial, sentada en una mesa de la pista, suspiró profundo y exclamó: Si me lo pintan de blanco doy un millón de pesos por acostarme con él.
Nat King Cole siguió cantando y ella bebiendo, y quizás oliendo. Poco después, más excitada, casi gritó:
—No me lo pinten de nada. Tráiganmelo así mismo.
Y el alto oficial la sacó casi a rastras del paraíso bajo las estrellas.
En la pista, Nat King Cole, negro como el carbón, entonaba Unforgattable".
Hace 40 años Nat King Cole editó Cole Español (1962), cerrando así un ciclo de acercamiento a la música cubana y mejicana que ninguna otra gran figura de la canción estadounidense había hecho hasta el momento en la Isla. Nat grabó tres discos en español, comenzando con A mis amigos, en su tercer viaje a la Habana en 1958; un año más tarde, en México, Cole en español; y en 1960 More Cole (Más Cole), todos para la firma Capitol. No obstante, ya el cantante había experimentado con el cubop cuando en 1949 incluye al bongosero Jack Costanzo en su legendario trío de piano, bajo y guitarra, y graba Go Bong! (Capitol/ Blue Moon) diez años antes.
Cole no era un desconocido al arribar a La Habana: encabezaba, junto a Frank Sinatra, la lista de los intérpretes más vendidos. En 1940 comenzó sus grabaciones de jazz, pero es en 1947 cuando se dedica a grabar como solista. El verdadero nombre de Cole era Nathaniel Adams Cole y había nacido en 1919 en Alabama, donde los cantos negros espirituales se entonaban en los campos de algodón (y en la iglesia, donde su padre era predicador bautista y su madre cantaba y tocaba el órgano).
No queda dudas de que este acercamiento a la música en español comenzó por La Habana. Nat llega a la capital en 1958 —el Diccionario de jazz latino dice que gracias a David Gavanaugh, quien le produce allí sesiones de boleros y chachachás con la Orquesta Tropicana de Armando Romeu, que aporta el arreglo de Quizás, quizás, quizás. Se sabe que en 1958, en la capital cubana, los tres grandes cabaret Sans Souci, Montmartre y Tropicana competían por las grandes producciones musicales y las figuras más reclamadas internacionalmente. Es por eso que Roderico Neyra (Rodney), sugiere al dueño de este último local, Martin Fox, que contratara a Nat King Cole. Uno de los primeros negros que rompe la barrera del color en Tropicana. El cantante acepta, pero reclamando una cantidad de dinero que, para la época, resultaba una fortuna.
Cuenta el periodista Rafael Lama que el entonces jefe de relaciones públicas del "paraíso bajo las estrellas", Alberto Ardura, viajó con un equipo de periodistas y fotógrafos hasta Miami para acompañar al cantante en vuelo especial, a bordo del Super G Constelations de Cubana de Aviación. Y convirtieron la nave en un "Tropicana volante", algo que dejó atónito a Nat King Cole, quien estaba acompañado de una amplia comitiva, su esposa, su hija Nathalie, el peluquero, el jefe de estudio y de luces, el representante y un grupo musical (bajo, batería y piano). Durante aquel histórico viaje Nat pidió a uno de los periodistas que le prestara su guayabera —prenda muy usada en la Isla—, pues quería mostrarse, al llegar, como un cubano más. En el viaje, se unió al grupito musical que tocaba en el pequeño cabaret volante.
La bailarina Ana Gloria lo invitó a bailar y cantar El manisero, la famosa pieza de Eliseo Grenet .
"La Habana es muy bella —exclamó Nat a su llegada—. Uno se sorprende desde el avión".
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