Miércoles, 10 abril 2002 Año III. Edición 341 IMAGENES PORTADA
Música
Inmortalmente juntos

México, Matamoros y el Bárbaro del Ritmo.
por ARSENIO RODRíGUEZ, Barcelona Parte 2 / 2

Aunque fue con Matamoros que aprendió a tocar el son como se debía, hay una anécdota de Rafael Cueto, fundador del Trío Matamoros, que ilustra la inquietud del Benny por el jazz. Todas las tardes, rememoraría Rafael Cueto, Benny visitaba su casa con el fin de escuchar la colección completa de Glenn Miller que poseía.

De diecisiete piezas, el Benny participa solamente en ocho. Pero un dato relevante es que no son los clásicos de Matamoros los que se escuchan, son canciones que no se acostumbran a colocar en las habituales antologías que se hacen del trío, y mucho menos del Benny. Ello no quiere decir que no sean de excelente factura; por ejemplo, la segunda pieza del disco, La Cazuelita, expresa toda su picardía y contenido erótico a través de una cuidada metáfora: "Oye vecina que quiero hacer un ajiaco, présteme su cazuelita". La cazuela se convierte en el sexo de la vecina. La vecina, que capta el doble sentido, dice que no se la da porque es de su marido, pero el estribillo insiste hasta el cansancio: "Óigame vecina, présteme su cazuelita". No sé si será la misma vecina, pero en otras de las piezas en que participa el Benny, ¿Qué será eso?, vuelve la misma vecina (u otra, no lo sabremos) a entrar en escena. Esta vez se llama Rosa, no sabe nadar, parece una sardina cuando se quita la trusa y es una comilona (parece que no prestarle la cazuela a alguien del entorno de Matamoros era un error).

Hay otras guarachas interesantes en el CD. La tercera pieza, Se va a morir, contiene pasajes y floreos melódicos de los metales parecidos a muchos que luego el Benny utilizará en su banda, dando pie a que el bongó se luzca como ningún otro instrumento.

Pero sin duda las piezas mejor logradas a dúo con Matamoros son los boleros, donde el "Bárbaro del Ritmo" comienza a mostrar, por la calidad y nitidez de su voz, su sello inconfundible. En Ofrenda Criolla, un montuno con fuerte elementos de bolero firmado por el Trío Matamoros, se escucha en una excelente voz segunda a Miguel Matamoros, quien con el Benny se deja respaldar nuevamente por solos de piano de Ramón Dorca, que está en todas las piezas de este disco de lujo. También en Seré dichoso, otro bolero cantado por Benny y Matamoros, se siente, incluso, cierta cercanía con los dúos que luego haría el cienfueguero con el mejicano Pedro Vargas.

Cierra la participación del Benny en este disco la guaracha Me la llevo, y antes, Penicilina. Este último un danzonete tocado en formato de Conjunto, que hace alusión a una relación amorosa nocturna que ni la penicilina podrá curar.

Falta en esta recopilación una pieza que también grabó en México, y ojalá no se haya perdido en 78 rvm: Mexicanita veracruzana.

Benny Moré, como integrante del Conjunto Matamoros, mostraría a plenitud toda la gama de sus posibilidades vocales y recibiría enseñanzas y experiencias que moldearon y diversificaron su estilo interpretativo.

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