Un músico con 'maferefun' |
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La segunda entrega de Tony Martínez propone una visión renovadora del jazz cubano. |
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por CARLOS OLIVARES BARó, México D. F. |
Parte 1 / 2 |
Los inicios de los 40 marcan el nacimiento del cubop: la Orquesta de Machito/Bauzá da a conocer la composición Tanga; el alquimista Chico O'Farrill sorprende a los jazzistas norteamericanos con sus revolucionarios arreglos, donde fusiona ritmos afrocubanos a las propuestas armónicas que trabajaba en sus orquestaciones, y graba con Machito/Bauzá su Afro-Cuban Jazz Suite; el conguero Chano Pozo toca con la orquesta de Gillespie (Manteca se convierte en la carta de presentación del jazz afrocubano) y en La Habana un grupo de músicos (Bebo Valdés, Generoso Jiménez, Candido Camero, Guillermo Barreto, El Negro Vivar, Kiki Hernández, Tata Güines, Orlando López Cachaito, Cachao López, Armando Romeu, Julio Gutiérrez, Sol Vivar, Niño Rivera, Richard Egües, José Fajardo, Pedro Jústiz Peruchín, Chombo Silva, Marcelino Valdés, Pucho Escalante, Jesús Caunedo, Chocolate Armenteros...), en espontáneas jam sesions, impone esa manera cubana de hacer jazz: la "descarga".
Los 60 y 70 están marcados por un renacer que es continuidad y herencia de los años 40 y 50 (Felipe Dulzaide, Noneto Cubano de Jazz, Carcassés, F. Emilio Flynn, S. Suárez...), hasta la aparición de la Orquesta Cubana de Música Moderna y la detonante irrupción de Chucho Valdés con Irakere y su nómina de virtuosos (Paquito D'Rivera, Sandoval, Varona, Pla, Oscar Valdés, Averhoff, Carlos del Puerto, Carlos Emilio Morales, El Niño Alfonso...), que revoluciona nuestra música bailable y jazzística. La agrupación se convierte en escuela y por sus filas pasan algunos de los más importantes músicos jóvenes de los 80 (Munguía, G. Velazco, José Luis Cortés, Maraca Valle, Anga Díaz, Carlos Barbón, Javier Zalba, M. Machado...), responsables de algunos de los principales sucesos de nuestra música en los últimos 20 años.
Tony Martínez, joven saxofonista graduado de la Escuela de Artes de Camagüey, es sucesor legítimo de la escuela cubana de jazz: ejecuta el alto y el tenor con virtuosa elegancia juguetona que hace referencia a Parker, Coltrane, D'Rivera, Sonny Stitt, Dolphy y Branford Marsalis. Toca el piano y las percusiones, vocaliza, compone y, asimismo, realiza los arreglos de su grupo The Cuban Power. En 1998 grabó Tony Martínez/La Habana vive con Gonzalo Rubalcaba como invitado en los teclados, y produjo grata sorpresa en los medios del Latin Jazz: Porque soy rumbero, Tony's cha cha cha, Coltrane my Giant y La Habana vive denunciaban a un compositor informado, renovador y consciente de sus raíces (en La Habana vive acepta los colores rítmicos de la timba y los incorpora a la atmósfera de la descarga con reminiscencias free/acid y ataques en las improvisaciones que rinden homenaje a D'Rivera).
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