Miércoles, 10 abril 2002 Año III. Edición 341 IMAGENES PORTADA
Música
Al compás de Pérez Prado

La dulce vida del mambo en el cine.
por ARSENIO RODRíGUEZ, Barcelona Parte 1 / 2
Fotograma
Patato Valdés, Brigitte Bardot

El fotograma que ilustra este texto es de la película gala Y Dios creó a la mujer, que el francés Roger Vadim realizara en 1956. En la foto, además de la espectacular Brigitte Bardot, aparece el percusionista cubano radicado en Estados Unidos Patato Valdés, quien enseñó a bailar mambo, chachachá y pasos de rumba a BB. De este suceso cinematográfico, que se ha convertido en canon erótico para el cine universal, escribiría luego Guillermo Cabrera Infante en su libro Un oficio del siglo XX...: "más bien parece suicidarse bailando un cruce de mambo y chachachá realmente tóxico". Este solo ejemplo bastaría para demostrar hasta dónde había llegado la música cubana en el celuloide a nivel mundial, pero hay muchos más.

En la década del 50 todavía persiste este tipo de cine musical, y destacan otros títulos como Escuela de modelos —comedia— y Hotel de muchachas, con Los Chavales de España. Por Rincón criollo y Qué suerte tiene el cubano, ambas de Raúl Medina —escribe Jorge Calderón—, desfilaron, entre otros, Celina y Reutilio. En Las mulatas de fuego, se escucha a Pedro Vargas y el trío Servando Díaz.

Pero no hay duda que las palmas de las bandas sonoras de la época se la lleva ampliamente el mambo al estilo de Pérez Prado. Desde finales de la década anterior, éste enseñó las garras que traía su ritmo, dejando poco espacio a los demás.

Pérez Prado sale a EE UU y en 1951 se presenta con gran éxito en Nueva York y Chicago, para luego realizar otra gira por la costa oeste. En Los Ángeles y San Francisco, su orquesta y el mambo fueron un éxito. Todo ello se vio opacado por la muerte de Delia Romero, bailarina e integrante del coro, en un accidente en Texas donde otros miembros de la orquesta resultaron heridos. A inicios de los 50, en el filme Dancing, aparece Pérez Prado con su banda y el cantante Fernando Fernández. Dos años más tarde (1953), en Víctimas del pecado (Méjico), la estrella Ninón Sevilla baila Mambo No 8 como sólo ella podía hacerlo.

En el pináculo de su fama, en octubre de 1953, Dámaso Pérez Prado deja súbitamente Méjico y toma un avión rumbo a La Habana: no regresa al país azteca hasta casi once años después. Los rumores, como era de esperarse, no tardaron en desperdigarse; que si se fue del país porque, en el colmo de la soberbia, había querido interpretar el himno nacional a ritmo de mambo... que si las envidias de algunos músicos tuvieron eco en la Secretaría de Gobernación... que si se enfrascó en un lío con la esposa o amante de tal o cual alto funcionario... lo que se sabe es que esa década, en la que residió en los Estados Unidos, fue una de sus más productivas y experimentales musicalmente hablando.

En 1954 la fiebre del mambo cruza el océano y en Italia se filma Mambo, cinta en la que Dámaso Pérez Prado toca con su grupo. Un año más tarde la actriz Jane Russell baila Cerezo rosa, otro mambo de Pérez Prado, en Underwater, EE UU.

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