Martes, 02 abril 2002 Año III. Edición 335 IMAGENES PORTADA
Música
Mi gente quiere caña

'La música cubana está de moda y se nos han subido los humos a la cabeza'. Entrevista a Nilo Castillo.
por DENNYS MATOS, Madrid Parte 1 / 2
Nilo
Músico Nilo Castillo: 'Tienes que
usar un discurso alegórico'

"Yo soy El Nilo caballero, y vengo con la música de Cuba y Latinoamérica, esto es pura energía, Artelatina, y no la mierda esa de discoteca que les ponen por ahí". Así comienzan las "fiestas" de El Nilo, cada sábado noche en El Clandestino de la calle Barquillo 34, de Madrid. Al verlo allí, encima de la tarima, arengando y dando caña, nadie imagina que este espectáculo musical se gestó hace varios años en su casa del habanero barrio de Marianao. Pero la cosa no queda ahí. Pasadas las dos de la mañana, cuando el alcohol y la marihuana flotan en un espeso manto y la sensación es de cámara lenta aunque se vaya a mil por hora, aparece El guajiro del asfalto. El Nilo, D. J., se transforma en cantante de hip hop y pone en escena las canciones de su Guajiro..., primer disco para la discográfica Virgin. A esas alturas no hay arreglo, no hay quien se resista, es como viajar en un motor de dos cilindros con ochocientos caballos de fuerza. Hay que aprovechar, mandarse a toda velocidad porque a las tres el local cierra... de lo contrario puede haber problemas con la policía.

¿Cómo se puede llamar música cubana a lo que tú haces cuando tiene de cuanto sonido hay ahora mismo en el mundo musical?

En primer lugar, considero que es música cubana porque la hago yo, que soy cubano. En segundo, porque todas las canciones tienen síncopa cubana metida; también está la clave, incluso en las piezas que tienen poca percusión siempre hay un sonido que, por ejemplo, parte del piano —que no es exactamente piano—, y aquél va derivando hasta convertirse en tumbao cubano. Es verdad que tengo elementos no cubanos, que son de otras músicas que a mí me gustan, fundamentalmente de la cultura del hip hop, la electrónica, del try hop, pero también del son cubano. Ahí están las raíces de mi música.

¿En tu disco, Guajiro del Asfalto, hay un empleo completo de las máquinas? ¿No temes que esto vaya en detrimento de la espontaneidad musical?

Yo veo el empleo de la máquina como un medio, una herramienta que me ha permitido hacer música cuando yo nunca estudié música. Este era mi sueño y lo estoy realizando gracias a estos medios. Ya habrá oportunidad de tocar en vivo y desplegar todos los instrumentos, y vamos a ver entonces a los que dicen que es una música de máquina. De todas formas en mi disco hay trompeta, guitarra y todas las percusiones son tocadas. Precisamente, desde el punto de vista estético, en el disco yo juego con la combinación de elementos electrónicos y la instrumentación en vivo. Uso el sampler porque me gusta saber que estoy tocando con el sonido del piano de un artista de los años 40 o 50.

¿Por qué esa preferencia de samplers en la base ritmática del disco?

Son samplers que no puedo identificar porque me traería complicaciones, pero que yo sé perfectamente a qué artistas apuntan, que son los que musicalmente me motivan. Cuando los uso sé que estoy tocando con el piano del artista que me gusta. Alguien dijo que la música cubana debíamos aprovecharla como acervo, que tenemos derecho a tomar de ella. Pero las negociaciones con los sampler de música cubana están por los cielos. El otro día me pedían el 30% de una canción porque salía Pérez Prado haciendo "Huuu Haaa" en el fondo de mi canción, y sucede que en millones de canciones no se ha declarado que está la voz de Peréz Prado en el fondo. Entonces no tuve otro remedio que hacerlo con mi voz y con mi estilo. Es algo triste, porque la idea es que estén los sampler de la música hecha por latinos, hecha por cubanos, y que mis piezas tengan estos elementos. Es como si Nathalie Cole fuera la única capaz de cantar con su padre ya muerto. Nosotros no podemos, sobre todo porque la música cubana está de moda y a los cubanos se le han subido los humos a la cabeza y nada más piensan en dinero. Realmente llevamos muy mal la historia de que los cubanos, a partir del Buena Vista Social Club, somos los reyes. Cuba y los cubanos creemos que somos lo máximo y que hay que subir los precios. Pero también están los intermediarios, porque he descubierto que hay editoriales españolas, alemanas, francesas, que fueron a Cuba y compraron montón de música cubana y ahora hay que negociar con ellos. Es un crimen, lo están vendiendo todo.

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